“Geopolítica del día anterior” y nuevo orden

“Geodesia Política”. (Capítulo II de IV)

“Geopolítica del día anterior” y nuevo orden.
“Geopolítica del día anterior” y nuevo orden.

Dicen, los que saben, que la geopolítica es la actividad que se desarrolla con el fin de influir en los asuntos de ámbito internacional, y de evitar que otros puedan influirnos o condicionarnos. Hoy, en era de la globalización, la escena ya no se limita a la posición geográfica que se ocupa, ni a los antecedentes históricos. Por eso, la geopolítica ya no se reduce a un territorio concreto, sino a todo el globo terráqueo. (“Así se domina el mundo”, Pedro Baños).

Y siendo el elemento geográfico parte consustancial de dicha actividad, es obligado detenerse en su consideración. Para mi supuso todo un desengaño, después de años sabiendo que la tierra tenía forma de esfera, descubrir que no lo era. Progresivamente se fue mostrando como un poco achatada por los polos; luego, con figura bastante irregular; hasta terminar, finalmente, en poco menos que una patata. Ni siquiera un esferoide, fuese esbelto o barrigón. No, lo más aseado con lo que se pudo representar: un geoide, ¡y gracias!. Nada ilusionante donde vivir. Una cosa así, tan deformada, bruta y antiestética, con una formulación matemática compleja e imprecisa. ¡Qué decepción!. Desde luego, nada que ver con la expresión fina, perfecta, simple y elegante con la que se define una esfera; con sus polos, sus ejes, sus meridianos y paralelos, sus simetrías, y todo en su lugar y bien puesto.

Esto me dio que pensar. Y me asaltó una duda: ¿cómo puede ser sencilla la relación entre los pueblos, que se asientan en un medio tan “patatero” y que va a influir, ¡y de qué manera!, en sus fortalezas y debilidades; en sus necesidades, a veces vitales?

Si reinasen el equilibrio y la equidistancia esféricas, poco o nada habrían de envidiar, unos de otros, los ocupantes situados en diferentes latitudes, longitudes o altitudes.

Entonces, me volví a preguntar: ¿nos impele inexorablemente, el geoide que nos soporta, a desplazar de su posición al que tiene el agua, el petróleo, las tierras raras, o todo aquello de lo que yo carezco?; ¿o será un reto que nos estimula a descubrir las capacidades propias y ajenas, y una llamada a compartirlas?

Obviamente, la respuesta que nos demos no es indiferente o inocua, porque el resultado es opuesto. Expolio, división, conflicto, dominio... por una parte; intercambio, unión, colaboración, crecimiento parejo,... por la otra.
Aquí atisba ya una primera conclusión: La culpa de los desencuentros y males internacionales no está en la “patata”, sino en quien “la pela”.

El suelo no es la excusa para lo que quiero, sino la ocasión que se me brinda para lo que debo. Actualmente se nos presenta la oportunidad de cooperar al más amplio nivel. Abrirse a los demás para dar y recibir es lo más enriquecedor y lo que hace feliz, porque incluso cuando das recibes.

De la geodesia, ciencia que estudia la verdadera forma de la tierra, recibimos información solvente sobre ese hermoso y gran geoide de riqueza irregular.

¿No va siendo ya hora de que demandemos de la política una dedicación cualificada y eficiente a la organización de la vida de quienes lo habitan?; ¿y de exigir medidas que la hagan verdaderamente digna para todos y a costa de ninguno?

 

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