El Tiempo en proyección a la Vida

El Tiempo en proyección a la Vida.
El Tiempo en proyección a la Vida.

A un tiempo deseado que no se detuviera, podríamos llamarle un tiempo inefable. ¿Pero existe? Vivimos bajo las coordenadas de tiempo y espacio, y es imparable. Ni siquiera permanecemos en el mismo lugar del espacio sideral, aunque no lo notemos. El tiempo fluye constante:  contamos  minutos y segundos, días y horas... Cuando nos va bien, desearíamos que eso no se acabara. Se dice: “hago esto para matar el tiempo”. El tiempo nos es dado, y no sabemos de cuánto disponemos. Tiene inicio y final; incluso, el mundo tuvo su principio y tendrá su final ( al menos, como lo conocemos). Emplear,  adecuadamente, el tiempo,  produce satisfacción. En la Biblia, leemos: “Todo tiene su tiempo, y todo debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado (...); tiempo de llorar, y tiempo de reír (...); tiempo de callar, y tiempo de hablar (...), tiempo de guerra, y tiempo de paz ... (Ecclesiastés  ( 3: 1-11).

Dios ha puesto eternidad en la vida del hombre, que no termina en la muerte corporal. La entrada en la eternidad es el paso a una vida distinta pero real, a un tiempo suspendido, tiempo sin tiempo,  nueva etapa ilimitada de paz y de amor si se usó bien el periodo que Dios nos regala aquí y ahora para amarle y servirle, un preámbulo necesario del uso de nuestra libertad. El Capitán Loyola tomó conciencia, en sus días de reposo tras el incidente de su pierna..., y con estas palabras aconsejaba, a los jesuitas, sobre el modo de aprovechar bien bien el tiempo: “  En todo, amar y servir”. Nuestro Hacedor nos pedirá cuenta de nuestro tiempo, y se fijará en lo positivo si lo encuentra. Hay muchos que pasan por la vida haciendo el bien como Jesús pasó, y los hay que viven descolocados, encadenados por su egoísmo o envidia, la avaricia o la pereza para lo bueno... Se sabe ( hay artículos, tertulias y, ahora, la película Sonido de libertad,  Sound of Freedom)  que personas de la más alta sociedad económica,  empresarial ... y política viven su tiempo privando a otros del suyo ( abortos,  guerras..., la trata de personas) para enriquecerse o divertirse. Viven como si ellos fueran el ombligo de la tierra y Dios no existiera;  o, quizá, pensando que Dios es un padre bobo que no les va a pedir cuenta de la vida e integridad física y moral del hermano tratado despiadadamente ( nadie es más que nadie  y todos somos de Dios). Admiro la vida de los santos:  cabalmente, hicieron buen uso de su tiempo, o lo enderezaron oportunamente ( muchos aún viven entre nosotros, no han llegado todavía a la meta).  El tiempo de cada uno tiene su caducidad. ¿No vale la pena vivirlo mirando al que nos ha de premiar o lamentar  nuestra lejanía de su Amor?  Evoco aquella frase que me enseñaron en mi adolescencia: “ al final de la jornada, aquel que se salva, sabe, y el que no, no sabe nada”.  

 

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