A D. Juan Córcoles, jefe de sección (r) de la Tesorería General de la Seguridad Social

A D. Juan Córcoles, jefe de sección (r) de la Tesorería General de la Seguridad Social.

Trazo estas palabras en la cuartilla como testimonio de mi amistad y afecto por una persona que dejó huella en la Tesorería General de la Seguridad Social de Albacete por sus muchas cualidades humanas.

No hace muchas semanas sentía, junto a la preocupación por un diagnóstico adverso, la esperanza que alentaba una pronta recuperación. Pero la vida del hombre no está sujeta a los dictados de las circunstancias presentes sino a voluntades más altas y, frente a ello, solo en la intimidad de la conciencia uno encuentra respuestas a estos grandes interrogantes.

Nadie conoce cuándo el camino de la vida marca su fin, pero si sabemos cómo fue la senda recorrida. Conocí junto a él muchos gratos y difíciles momentos. Tantos como ser bastantes para aquilatar su valor y su entrega que fue absoluta para su familia, para sus amigos y para su trabajo en Administración Pública. Un hombre que siempre miró hacia delante con determinación porque los principios que le inculcaron fueron firmes y recios. Esta verdad la destaca Cicerón cuando escribió que para seguir una conducta uniforme es necesario tomar como punto de partida un principio invariable. Esa invariabilidad en la referencia la encontramos en los valores que se han transmitido de padres a hijos durante muchas generaciones.

Hombre generoso. Su sencillez delataba su limpio y grande espíritu, alejado de las egoístas conveniencias. Escrupuloso en su trabajo, su seriedad, precisión y discreción siempre ofrecieron garantías a sus superiores.

La vida quiso llevarle por muchos derroteros, unos más gratos que otros, pero aun en los momentos de mar gruesa siempre mantuvo firme el timón y ceñidas las velas, cortando el viento. Es en estos momentos comprometidos en donde se forja el carácter imprimiéndole consistencia y tenacidad, cualidades que demostró en innumerables ocasiones.

Se jubiló hace muy poco tiempo. Disfrutaba de su nieto que le supuso aires renovados, esperanzas nuevas y cientos de ilusiones. Muchas más cosas podrían contarse de Juan, todas entrañables, pero lo importante ahora es que estas palabras escritas inspiren a su familia en momentos en donde todo consuelo no es suficiente y en momentos en donde solo la esperanza puede dar respuesta a esa ausencia.

Sin embargo, la separación no es inexistencia, el ejemplo que dio en su vida, los principios y valores que esgrimió forman parte de su ser y seguro estoy que sus hijos y todos cuantos lo conocimos sabremos aprovecharlos porque es una caudal inestimable de riqueza espiritual, de verdad y de bien.

 

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