Paréntesis en la borrasca política
El pasado martes tuvo lugar la jura de la Constitución de S.A.R. la Princesa de Asturias y sucesora de S.M. Felipe VI a la Corona española. Vivimos tiempos muy complejos y de grandísima agitación política y, sin duda, este importantísimo evento ha supuesto un momento de calma en medio de la brusca tormenta política. La excelente actitud de Dña. Leonor de Borbón ha favorecido el clima de unión que algún día caracterizó al pueblo español. En definitiva, la monarquía de todos, nuevamente ha desembolsado unidad y ha favorecido el espíritu de convivencia que ha de protagonizar nuestra nación.
Dicen que el dato mata al relato; siete de las diez mejores democracias del mundo son monarquías: Noruega, Países Bajos, Canadá, Suecia, Australia, Dinamarca y Nueva Zelanda se encuentran en la cúspide de este ranking, reflejando democracias muy avanzadas. No obstante, Alemania, Suiza y Finlandia son los otros tres países que con su reputada y asentada república completan el ranking. Estos datos arrojados por el prestigioso Observatorio de Calidad Institucional, no pretenden desmerecer a las repúblicas tan bien situadas en cuanto a nivel democrático sino desmentir de manera rotunda a toda la clase política que desprecia sistemáticamente la monarquía alegando que esta es una institución anacrónica e incluso anti democrática, contradiciendo así los estudios de los más prestigiosos científicos.
Si bien, no se trata de plantear una dicotomía entre estos dos sistemas sino de enfatizar en el precepto que ambos modelos políticos deben atender y comprender de forma radical: el poder lo debe ostentar el pueblo soberano para que, de este modo, tanto presidentes de república como monarcas no excedan sus competencias, entiendan el papel moderador que desempeñan y no zambullan la nación que representan en absolutismos o totalitarismos.
España con el sistema de monarquía parlamentaria que tiene desde hace años, ha ocupado lugares muy positivos en los distintos rankings que evalúan la calidad democrática de las distintas naciones. Sin embargo, desde que P. Sánchez accedió al poder en el año 2018, hemos retrocedido varios puestos según The Economist. Sin duda esta clasificación descrecendo refleja la realidad política española ya que la vulneración de la separación de poderes en la F.G.E. y el Tribunal Constitucional, la desobediencia a nuestra Constitución en diversas ocasiones, la amenaza a la unidad de España y los ataques indiscriminados a la Corona han sido factores que, sin duda, han erosionado nuestras bases democráticas.
Por tanto, podemos entender que la República suiza es preferible a la Monarquía saudí como también lo es la Monarquía holandesa a la República bolivariana de Venezuela. No se trata del sistema que adopten los distintos países sino del uso que hagan del poder las altas jerarquías de monarquías y repúblicas y el afán de conservación de la democracia y la libertad que estos tengan. Atendiendo al caso específico de España y mirando a nuestra historia más reciente, hemos visto fracasar estrepitosamente en dos ocasiones el modelo republicano, especialmente en la II República donde se generaron grandísimas tensiones y una crispación social difícil de calibrar. Por el contrario, la monarquía constitucional asentada a finales del siglo anterior por D. Juan Carlos I en la Transición española, momento de abandono de la dictadura y de tránsito hacia la democracia y la libertad, fue posible gracias a la majestuosa actuación del monarca emérito que comprendió el difícil contexto en el que España estaba situada y cedió el poder al pueblo,
facilitó la elaboración de la consensuada Carta Magna de 1978 y sembró junto con otros grandes líderes la concordia. Tuvo la capacidad de que la mayoría social aceptara la monarquía independientemente de su ideología y se sintieran representados por esta institución.
El actual titular de la Corona. S.M. D. Felipe VI, ha sobrellevado de forma brillante los distintos rebenques con una intachable imparcialidad y pulcritud que han posibilitado la continuidad de la institución monárquica; lugar de convergencia del pueblo español.
La Princesa de Asturias, por su parte, estuvo muy acertada el martes pasado y demostró rigor y seriedad en todo momento. No dudo que aunque se le presentará un paradigma sociopolítico complejo, sabrá doblegar los distintos reveses y de manera ponderada, conservar en el tiempo nuestra monarquía.
La jura de la Constitución, supuso un paréntesis en las recientemente anunciadas concesiones al separatismo por parte de Sánchez para conformar un nuevo ejecutivo. Y, por tanto, los diferentes políticos, asistieron a esta celebración. Se ausentaron de manera previsible los líderes de los comunistas de Podemos y diferentes grupúsculos independentistas quienes basan su rechazo a la monarquía en su perverso objetivo de dilapidar el sistema. Por otra parte, Sánchez manifestó en este acto que “su gobierno respetaría y apoyaría en todo momento la institución monárquica” lo cual aparte de tener escaso crédito, parece algo contradictorio por parte de quien desde hace años se muestra genuflexo ante secesionistas, comunistas y el brazo político de ETA y, por tanto, de quienes suponen una afrenta a nuestra monarquía como medio para destruir nuestra nación tal y como la conocemos.
Concluyo deseando lo mejor a quien en unos años será titular de la Corona española y sobre todo, manifestando fervientemente mi deseo de que la monarquía sirva para que la sociedad encuentre un espacio de unidad y que como desde hace décadas, siga sembrando concordia y optimizando la calidad democrática de nuestro país. En definitiva, que la que se introdujo como monarquía de todos hace décadas, se conserve como tal y sirva como casa común de la diversa realidad que España representa.