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Torreblanca, un encantador destino en la Costa Azahar, ofrece playas urbanas para baños familiares y calas vírgenes para los amantes de la naturaleza
Torreblanca, un encantador destino en la Costa Azahar, ofrece playas urbanas para baños familiares y calas vírgenes para los amantes de la naturaleza. Además, su entorno natural, con montes y sierras, la convierte en una joya.
El territorio que eventualmente sería conocido como Torreblanca se encontraba originalmente dentro de la zona geohistórica de Miravet, delimitada por la Sierra de Irta y el cabo de Oropesa. Desde tiempos antiguos, esta región fue testigo de la romanización, ya que la costa de Torreblanca era visitada con frecuencia por embarcaciones romanas. Durante la excavación de terrenos, se descubrieron 204 monedas de oro que datan de los siglos I y XI.
En el año 1225, Jaime I de Aragón otorgó los castillos de Miravet y Zufera, junto con sus alrededores, al obispo de Tortosa, Poncio, y a su cabildo. Esta donación incluía el castillo de Miravet, que abarcaba la fortaleza en sí, el castillo de Albalat, la villa de Cabanes y los futuros Benlloch y Torreblanca. En este documento aparece la mención de la "Torre de Luppricato", que con el tiempo se convertiría en la actual Torreblanca.
El origen del nombre "Torreblanca" ha sido motivo de debate. La teoría más extendida sugiere que proviene de la Torre del Marqués, un edificio medieval cuadrangular con almenas y aspilleras defensivas. Se cree que el nombre podría haber sido heredado de Doña Blanca de Cardona, que posiblemente era Doña Blanca de Aragón, hija del Infante Ramón Berenguer y nieta de Jaime II de Aragón. Sin embargo, algunos historiadores sostienen que el nombre se debe a los blancos muros de la Iglesia-fortaleza de San Francisco.
Varios historiadores han intentado localizar la "Torre de Luppricato" y han situado su ubicación en la iglesia-fortaleza de San Francisco, basándose en el grosor de sus muros, las aspilleras a nivel del suelo actual, las que coronan el edificio, la barbacana y la puerta de dovelas, que indican su antigüedad y propósito defensivo.
La piratería se convirtió en un problema en la región mediterránea, y para evitar sorpresas, los cristianos del Reino de Valencia establecieron un sistema de vigilancia con torres y puestos fijos, así como mensajeros de aviso.
En 1397, la población sufrió un asalto por parte de piratas berberiscos, que saquearon la localidad, llevándose tesoros de la iglesia y la Hostia consagrada. En respuesta, se organizó una armada para castigar a los atacantes y recuperar los objetos sagrados, lo que culminó en la toma de Telediç y la recuperación de las sagradas formas y la custodia. La leyenda cuenta que un león apareció en medio de la batalla, matando al portador de la Custodia y devolviéndola al capitán cristiano. Esta historia se ha incorporado a la heráldica local.
En 1576, el obispo de Tortosa otorgó carta puebla a 38 familias para repoblar la zona, que había estado deshabitada durante más de un siglo. La villa experimentó un crecimiento constante en el siglo XVII, lo que la llevó a litigar por sus derechos y tierras con otras localidades. En el siglo XVIII, se construyó una nueva Iglesia Parroquial y la Casa de la Vila.
En 1896, se solicitó un embarcadero para la playa, y la ciudad se unió a la creación de un sindicato para defender la producción de naranjas. Además, formó parte de la comisión de alcaldes que pidió el Canal del Ebro por primera vez.
En 1935, solicitó una carretera turística y la construcción de un puerto pesquero, pero muchos de estos proyectos quedaron en el olvido, y la población de Torrenostra comenzó a disminuir. Sin embargo, en la década de los 60 del siglo pasado, la playa de Torreblanca, conocida como "Torrenostra," resurgió como un destino turístico.
Cultura al Aire Libre.
El arte urbano llena Torreblanca, convirtiéndola en un museo al aire libre. Sus calles albergan murales que cuentan diversas historias, brindando un toque de color y cultura a la ciudad.
Monumentos Históricos.
El Calvario y Primitiva Iglesia, una capilla en la fortaleza de San Francisco del siglo XV, es un importante monumento. La Ermita fortificada de Sant Francesc alberga el escudo original del municipio y se erige como un hito histórico.
Playas de Encanto.
Las playas de Torreblanca son impresionantes. La Playa del Nord, con su arena fina y aguas cristalinas, es reconocida con Bandera Azul, Q de Calidad Turística y más. Desde aquí, se puede contemplar el Castillo del Papa Luna, otorgando un atractivo especial.
La Playa Torrenostra, ideal para familias, marca el límite norte del Parque Natural de El Prat de Cabanes-Torreblanca, un hábitat húmedo único. Esta playa es un rincón tranquilo junto a un parque natural.
Naturaleza y Arte.
Torreblanca sorprende con su riqueza natural y su expresión artística en las calles. Descubre este rincón de la Comunitat Valenciana y disfruta de su entorno único.
