Sánchez Dragó rectifica y pide disculpas por un artículo en El Mundo en el que faltaba al respeto a las Fuerzas Armadas y que provocó cartas de protesta de militares

El periodista Fernando Sánchez Dragó ha pedido disculpas por un artículo en El Mundo en el que calificó a los militares españoles en Afganistán de “cobardes” y “soldaditos de las fuerzas de ocupación”. La reacción llegó mediante escritos en forma de carta.

El 7 de octubre el diario de Pedro J. Ramírez publicó una columna de opinión de Sánchez Dragó sobre Sarah Palin. En el texto, el periodista dijo de la candidata republicana a la vicepresidencia norteamericana que “no dejaría de amarla ni aunque fuese tan cobarde como los soldaditos de las fuerzas de ocupación españolas destacadas en Afganistán”.

Según las fuentes consultadas por El Confidencial Digital, un militar español escribió un texto para que se publicase en la sección de Cartas al director, que El Mundo decidió no dar a conocer. Finalmente, el mismo militar remitió un escrito de respuesta a una publicación especializada que sí dedicó una página de su espacio.

En la carta, el militar explica que “la realidad es que quienes servimos en Afganistán, los vivos y los muertos (85), ni somos héroes ni somos cobardes. Cumplimos con nuestro deber. Que ese deber nos haya llevado y lleve a sostener combates contra los insurgentes, a sufrir emboscadas, a padecer ataques de cohetes en nuestras bases, a que caigan nuestros aviones y helicópteros o a saltar por los aires en caminos y carreteras, eso, digo no nos convierte en héroes. Pero desde luego hay que tener muchos cojones para llamarnos cobardes”.

Casi tres meses después, el día de vísperas de Navidad, Dragó escribió el artículo 'Mil perdones' retractándose de sus palabras. Lo reproducimos a continuación:

No recuerdo si fue aquí, en Dragolandia, o en la columna del Lobo Feroz, que sale los martes en la edición impresa de EL MUNDO. Poco importa. Lo cierto es que fue. Dije en ese artículo, literalmente, y a cuento del entusiasmo erótico que despertaba en mí Sarah Palin, lo que sigue: "No dejaría de amarla ni aunque fuese tan cobarde como los soldaditos de las fuerzas de ocupación españolas destacadas en Afganistán".

Se trataba, por supuesto, de una metáfora y no, en modo alguno, de una definición ni de un insulto. No había en mi ánimo voluntad de tal. Empeño mi palabra. Quizá, eso sí, se me fue la mano. Era una hipérbole. No siempre es fácil, para los escritores, dosificar el alcance de lo que escriben. Menos aún si lo hacen a vuelapluma y en alas de una declaración de amor.

La metáfora aludía a lo que unos días antes había dicho alguien, de nacionalidad afgana y relevancia política o castrense, a propósito de lo que hacían o no hacían, y de para qué servían o no servían, los soldados españoles presentes en su país. Lo leí unas horas antes de escribir mi columna y... Lo dicho: se me fue la mano. Pude poner la frase en cursiva y citar su fuente, pero no lo hice. Agobios de la prisa, apretujones del espacio, que siempre, en los periódicos, escasea.

Algunas personas se han sentido ofendidas. Lo siento. Les pido mil perdones. No era mi intención. Retiro lo que dije, anulo la metáfora, desactivo la hipérbole y solicito el indulto. No creo que los soldados españoles, ni los de ningún otro país, sean, en general, cobardes, aunque en algunos casos particulares puedan serlo. También lo son, a veces, los escritores. O los periodistas. O los notarios. O los porteros. Hay gente para todo en todas partes.

Cosa bien distinta es mi opinión acerca de la oportunidad o inoportunidad de la presencia de tropas extranjeras en cualquier país. Estoy en contra de eso. Afganistán para los afganos (que con su pan de higos y de higas se lo coman), América para los americanos y España para los españoles. No apoyo el llamado 'derecho de injerencia'. Lo considero un abuso. No creo que las misiones militares puedan ni deban ser humanitarias. Esa tapadera esconde siempre, no por parte de los soldados, sino de los políticos que los envían, intenciones colonialistas y defensa de intereses espúreos e inconfesables.

 

Cada país, como cada hombre, es hijo de sus obras, buenas o malas que las mismas sean. Lo que les sucede es de incumbencia propia, fruto exclusivo de su responsabilidad. No meto nunca las narices en la alcoba del vecino ni me gusta que el vecino meta las suyas en la mía. Las campanas ajenas no doblan por mí ni las propias doblan por el prójimo. Cada uno en su casa y Dios en la de quienes crean en Él. Es mi filosofía: la del Tao. Discutible, sin duda, pero respetable, creo. El mundo iría mejor, a mi juicio, si lo dejáramos fluir. Todo, más tarde o más temprano, se arregla por sí mismo. Intervenir sólo sirve para agravar los problemas. ¿Solidario? No. Solitario.

Afganistán, por otra parte, es un país eternamente invadido, y quien lo invade –no es opinión, sino historia- termina por morder el polvo. Sacudámonos éste de nuestras botas, sean éstas militares o no.

Miguel Ángel González Portal publicó un artículo titulado 'Los cobardes – Carta abierta a Fernando Sánchez Dragó en el número 368 de la revista Fuerzas de Defensa y Seguridad'. Le pido perdón

Bruno Navarro Rousseau-Dumarcet cerró filas con ese artículo en mensaje enviado al blog de mi web el día 8 de diciembre. Le pido perdón.

Gonzalo Rubio, cuatro días después, hizo lo mismo. Le pido perdón.

Otros blogueros siguieron sus pasos. Les pido perdón.

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