El Gobierno blinda las infraestructuras submarinas contra el espionaje y el sabotaje
Diseña una nueva Estrategia Nacional de Seguridad Marítima. Tras la explosión del gasoducto Nordstream, también se teme que Rusia pinche los cables de comunicaciones que salen de Europa
- Nueva Estrategia Nacional de Seguridad Marítima
- Sabotaje y espionaje a infraestructuras submarinas
- La actual sólo tiene una mención
- Estrategia de Seguridad Nacional
- Rusia amenaza con destruir los cables
- “Pescadatos” y cortes
- El 90% de internet y el 30% del gas
La tensión internacional por la invasión rusa de Ucrania alcanzó su máximo pico a finales de septiembre de 2022. Vladimir Putin empezó a amenazar con usar armas nucleares para proteger las nuevas fronteras de Rusia, al haberse anexionado el sureste de Ucrania. A esta advertencia nuclear se sumó un episodio que amenazó con convertirse en el detonante de una guerra que implicara directamente a la OTAN.
Tres de las cuatro líneas de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 registraron el 26 de septiembre de 2022 una serie de explosiones en aguas del mar Báltico, entre Suecia y Dinamarca. Se liberaron unos 800 millones de metros cúbicos de gas, equivalentes a unos tres meses de suministro de gas danés, según la empresa rusa Gazprom.
Ucrania y países de la OTAN señalaron a Rusia por este sabotaje, mientras que Rusia acusó a Reino Unido. En este año, distintas investigaciones, pistas y teorías han apuntado como posibles responsables a Ucrania, a Estados Unidos, a Rusia, a grupos “proucranianos” pero sin conocimiento del gobierno de Zelensky...
Incidentes de este tipo cada vez preocupan más a los gobiernos de los miembros de la OTAN. También España va a tomar medidas para reforzar la protección de estas infraestructuras.
Nueva Estrategia Nacional de Seguridad Marítima
El Gobierno de Pedro Sánchez está ultimando la aprobación de una nueva Estrategia Nacional de Seguridad Marítima. La estrategia actualmente vigente se aprobó en 2013, en la etapa de Mariano Rajoy.
Hace unas semanas se reunió el Consejo Nacional de Seguridad Marítima, órgano colegiado de apoyo al Consejo de Seguridad Nacional, que tiene como función coordinar a las distintas administraciones públicas con competencias relacionadas con el ámbito de la seguridad marítima.
Lo preside el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), que precisamente ahora es el almirante general de la Armada Teodoro Esteban López Calderón.
Participan en este consejo los ministerios de Asuntos Exteriores; Defensa; Interior; Indutria, Turismo y Comercio; Política Territorial; Transición Ecológica; Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2023; Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes; Hacienda y Función Pública; Transporte; Agricultura, Pesca y Alimentación; Sanidad; Ciencia, Innovación y Universidades; Transformación Digital; el Departamento de Seguridad Nacional, de Presidencia del Gobierno; y el Centro Nacional de Inteligencia.
Sabotaje y espionaje a infraestructuras submarinas
En esa última reunión, representantes de todos esos ministerios y departamentos del Gobierno dieron el visto bueno al último borrador de una nueva Estrategia Nacional de Seguridad Marítima.
El documento tendrá que ser aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional.
Si bien no se puede aún consultar públicamente ese borrador, el Departamento de Seguridad Nacional -que ahora preside la general de brigada del Ejército del Aire Loreto Gutiérrez- adelanta que en la nueva estrategia el fondo del mar “adquiere protagonismo estratégico”.
Detalla que una de las cuestiones donde mayor hincapié va a hacer el Gobierno en el nuevo documento es “la protección de infraestructuras submarinas frente a acciones de sabotaje o de espionaje”.
También se adaptará al contexto geopolítico actual, muy distinto del de hace diez años, y dará más importancia a “la apuesta por las nuevas tecnologías para desarrollar sistemas de vigilancia marítima”.
La actual sólo tiene una mención
La Estrategia Nacional de Seguridad Marítima aún vigente sólo incluye una mención a las infraestructuras submarinas en sus 45 páginas.
En el Capítulo 1 “Una visión integral de la seguridad marítima” se explica que, por su situación y distribución geográfica, “España está expuesta de forma singular a riesgos y amenazas de carácter marítimo, tal y como reconoce la Estrategia de Seguridad Nacional de 2013”.
A continuación, se citan diez “intereses nacionales en su dimensión de seguridad marítima que deben ser tenidos en cuenta”. El séptimo punto de esa lista es el siguiente: “Los puertos y las infraestructuras marítimas, incluyendo las instalaciones off-shore, oleoductos, tuberías bajo el agua y cables submarinos, así como las infraestructuras críticas situadas en la costa”.
Esa es la única referencia a este asunto. No se desgranan los peligros que penden sobre estos oleoductos, tuberías y cables submarinos. No había referencias a las amenazas de sabotaje y espionaje, en las que sí se extenderá la nueva Estrategia Nacional de Seguridad Marítima, de próxima aprobación.
Estrategia de Seguridad Nacional
Pero ya en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2021, que aprobó el Gobierno PSOE-Unidas Podemos tras la pandemia de coronavirus, se alerta de la vulnerabilidad de España “ante posibles injerencias de terceros”, que “es extensible al dominio de infraestructuras digitales, como los centros de procesamiento de datos o los cables submarinos”.
Y añadía que “para España, país de condición marítima, es esencial mantener la seguridad en los espacios marítimos, así como asegurar el funcionamiento de las Infraestructuras Críticas situadas en el litoral y en el mar, como los puertos y tuberías submarinas y, especialmente, los cables submarinos, por los que circula la práctica totalidad del tráfico de datos. De su buen uso y estado depende, en gran medida, la economía, ya que los recursos energéticos y la mayor parte del comercio español transita por rutas marítimas”.
Rusia amenaza con destruir los cables
El ataque con explosivos contra los gasoductos Nord Stream 1 y 2 es un ejemplo claro de sabotaje contra infraestructuras submarinas frente a los que el Gobierno de España va a hacer más hincapié en su nuevo documento estratégico.
Pero no es la única amenaza. Coincidiendo con la ‘guerra fría’ entre Rusia y la OTAN, desde la invasión generalizada de Ucrania en febrero de 2022 se han disparado las alertas sobre los cables submarinos de telecomunicaciones.
El pasado junio, el ex presidente ruso y actual número dos de Consejo de Seguridad de ese país, Dimitri Medvedev, declaró públicamente que ante la “complicidad” de los países occidentales en el sabotaje de los gasoductos Nord Stream, el gobierno ruso consideraba que ya no tenía ninguna “restricción moral” para “destruir los cables de comunicación” de aquellos países que considere “enemigos”.
“Pescadatos” y cortes
Antes, en octubre de 2022, El Periódico de Catalunya reveló que el Centro de Operaciones, Vigilancia y Acción Marítima de la Armada (COVAM), con base en Cartagena, había detectado un tránsito creciente de buques rusos sobre o cerca de cables submarinos de telecomunicaciones que conectan España con otros países.
Se sospechaba entonces que se trataba de “barcos pescadatos”, que tratan de captar el tráfico digital que discurre por el fondo del mar u obtener medidas para realizar un mapa de su trazado.
Por esas mismas fechas se denunciaron cortes en cables submarinos de fibra óptica en varios puntos de Europa: entre las Islas Shetland y Escocia, y entre esas mismas islas y las Feroe; y en torno a Marsella, un nudo clave de las conexiones digitales en el Mediterráneo, que afectó a las líneas Marsella-Barcelona, Marsella-Lyon y Marsella-Milán.
Se disparó entonces la psicosis por la seguridad de los cables submarinos, que podían ser objeto tanto de espionaje como de sabotaje por parte de Rusia.
La ministra de Defensa de Francia había advertido meses antes que “nuestros cables submarinos pueden ser objetivo de naciones tentadas a destruirlos”, mientras que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, destacó que “son infraestructuras críticas en tanto que de esas redes sumergidas dependen el internet civil que todo el mundo usa, el funcionamiento de los mercados financieros e incluso algunas capacidades militares”.
País Bajos y Bélgica detectaron un “buque espía” ruso en el Mar del Norte, y también Suecia, Dinamarca, Finlandia y Noruega sospecharon de que buques rusos estaban “mapeando” parques eólicos marinos, cables submarinos y gasoductos en ese mismo mar.
Diez países del norte de Europa (Países Bajos, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania, Reino Unido e Islandia y Suecia) se han unido para intensificar los esfuerzos para proteger estas infraestructuras en el mar, porque “se están convirtiendo cada vez más en un objetivo”.
La OTAN ha activado una Célula de Coordinación de Infraestructuras Submarinas Críticas, para proteger oleoductos y cables de comunicaciones.
El 90% de internet y el 30% del gas
El Almirante de Acción Marítima y Comandante del Mando Operativo Marítimo, vicealmirante Alfonso Delgado Moreno, destacó en una entrevista que “el 30% del gas que llega a España lo hace a través de gasoductos y el 98% de la conexión de internet con cables submarinos”.
La Armada está especialmente vigilante en estos tiempos sobre el paso de buques rusos por aguas cercanas a España. Suelen transitar por el Estrecho de Gibraltar, para ir del Mar Negro al Mar Báltico o al Mar del Norte.
En octubre, buques de acción marítima (BAM) de la Armada detectaron y empezaron a vigilar un submarino de clase Kilo II y un remolcador naval de la marina rusa al sur de Ibiza. Los siguió durante su tránsito cerca de las aguas españolas, y se retomó la monitorización cerca de Galicia.
