Los policías que vigilan el Congreso piden ropa térmica para dejar de pasar frío

Un sindicato ha enviado una carta a la Direción General en la que también solicita que se instalen calefactores en los puntos donde hacen guardia

La Confederación Española de Policía ha enviado una carta al Comité de Seguridad y Salud Laboral de los Servicios Centrales de la Dirección General de la Policía, en la que pide que se tomen medidas para que no pasen frío los agentes que vigilan el perímetro del Congreso de los Diputados.

Este sindicato de la Policía Nacional ha trasladado la queja de los agentes que están destinados en la Comisaría Especial del Congreso de los Diputados, Defensor del Pueblo y Tribunal de Cuentas.

Una de las funciones de los policías allí destinados es la protección perimetral de sus edificios, “desarrollando sus cometidos las 24 horas de los 365 días del año, existiendo una problemática recurrente en esta época: el frio”. Se encarga de ello el Grupo Operativo de Seguridad Exterior, de esa comisaría especial.

Los agentes que protegen los edificios del Congreso en la Carrera de San Jerónimo, y los que hacen lo propio en las sedes del Defensor del Pueblo y del Tribunal de Cuentas, explicaron al sindicato CEP que necesitan disponer de ropa térmica, y que también es necesario instalar calefactores en las proximidades de sus puestos de control, donde permanecen durante varias horas a la intemperie sin posibilidad de resguardarse ante las diferentes inclemencias meteorológicas (frío, lluvia, viento, nieve…).

En la carta, la Confederación Española de Policía señala que los efectivos que protegen el perímetro del Congreso de los Diputados están equipados con la uniformidad básica reglamentaria, que “resulta insuficiente para personas que prestan servicio en puestos de seguridad estática exterior, dado que en temporadas con temperaturas bajas el frío les produce una incomodidad relevante en sus funciones”.

Como solución, proponen que a estos policías se les dote de ropa térmica: camiseta, mallas, calcetines, braga de cuello, guantes y forros polares.

La segunda medida que plantean es que se instalen aparatos calefactores en las cercanías de los puestos de trabajo, en las proximidades de los policías, “cuando realizan sus funciones de control de accesos en el exterior y a la intemperie, posibilitando la reducción de la incomodidad térmica”.

Apuntan que en los puestos de control donde hacen guardia los policías se podrían instalar calefactores de infrarrojos de onda corta. Se trata de aparatos “energéticamente eficientes y respetuosos con el medio ambiente, puesto que reducen las emisiones de CO2 y tienen una eficiencia altísima debido a la respuesta instantánea que tienen al encendido y el apagado, transformándose inmediatamente el 92% de la energía consumida en radiación infrarroja, sin precalentamiento ni pérdidas, y teniendo la totalidad de la radiación calorífica dirigida hacia donde se precise, ya que la luz no se ve afectada por las corrientes de aire, por lo que no hay ninguna pérdida en su transmisión, a la vez que se puede regular completamente la potencia sin tener efectos negativos sobre la vida de la lámpara”.

Desde la Confederación Española de Policía argumentan que en otras unidades policiales con necesidades similares al servicio de seguridad estática de exterior de la citada Comisaría Especial del Congreso de los Diputados, Defensor del Pueblo y Tribunal de Cuentas ya se les dota a los agentes de uniformidad térmica, así como de calefactores.

 

Incluso esgrimen ante la Dirección General que estas medidas mejorarían el rendimiento laboral, la salud y la seguridad de los propios agentes.

Explican que “las reacciones fisiológicas y de conducta derivadas de nuestra exposición al frio influyen en nuestra capacidad y rendimiento laboral”.

Por ejemplo, las funciones mentales son proclives a la distracción y el rendimiento físico baja con el frío: un caso claro es la destreza manual que depende de la temperatura de dedos y manos, así como de los músculos del antebrazo.

“El rendimiento del sistema muscular se resiente con el frío”, y eso lleva a una pérdida de capacidad física para el trabajo: “Por cada grado que desciende nuestra temperatura, se reduce entre un 5% y un 6% nuestra capacidad de servicio (medida por la capacidad aeróbica máxima). Una temperatura ambiental inferior a los 15 grados centígrados puede dar lugar a una falta de confort, sobre todo en trabajos sedentarios y ligeros como es un servicio de seguridad en el exterior. Además, la exposición prolongada a temperaturas por debajo de los 10 grados centígrados puede causar daños a nuestra salud”.

Por tanto, con la ropa térmica y los calefactores se tratarían de evitar posibles bajas laborales por enfermedad, con el coste económico que conllevan.

Pero además se paliarían los peligros de la exposición al frío: según estudios científicos biomecánicos, con el frío “los músculos del cuerpo tienen una reacción más tardía, pudiendo esto suponer un riesgo adicional para los compañeros que realizan labores de seguridad”.

Advierte este sindicato policial que “la diferencia entre repeler una hipotética agresión o ataque de una manera satisfactoria contra los edificios de esa institución o acabar lesionado de gravedad o fallecido puede estar en una reacción rápida y certera, incompatible con los efectos físicos provocados por las bajas temperaturas”.

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