El tamaño del aro de Vox

Pues ya estaría. Vox tiene la pelota justo donde quería. Ya se ha convertido en el partido bisagra que llevaba tanto tiempo deseando ser. En Madrid no pudo por el empuje y la capacidad de Isabel Díaz Ayuso para comerse prácticamente todo el pescado del caladero de la derecha y lograr un voto transversal que le aportó el resto. Castilla y León ha demostrado la pujanza de un planteamiento nuevo, más conservador y duro, frente a la propuesta viejuna, insípida y tibia de Casado y Mañueco.

Santiago Abascal ha logrado los procuradores suficientes para obligar a los ‘populares’ a pasar por el aro si quieren revalidar la presidencia de la Junta. Ya dije a principios de año que Vox consideraba que había llegado el momento de empezar a pisar moqueta, de empezar a exigir vicepresidencias y consejerías a cambio de un “sí” en la investidura. Ha llegado la hora, repiten internamente, de inaugurar en España el primer gobierno de coalición que integre a Vox en la sala de mandos.

Falta por ver, eso sí, el tamaño del aro por el que Vox quiere hacer pasar al Partido Popular. Abascal debe compaginar ahora la ambición con el pragmatismo si no quiere que el experimento dure un telediario. Interesante equilibrio. Pero están precisamente donde querían estar. Se trata ahora de no estropear la ventana de oportunidad que se les acaba de abrir por primera vez con esta claridad.

Los ciudadanos van a estar muy pendientes, por cierto, de este pacto. Pues muy pocos dudan de que el próximo gobierno no socialista pasará por otro entendimiento entre el PP y Vox. Con una excepción: si Díaz Ayuso descabalga a Pablo Casado del liderazgo ‘popular’ –otro de los grandes debates que acaba de abrir el resultado de los comicios en Castilla y León- la afirmación precedente podría ponerse en duda. La líder de Madrid ha demostrado ser la única capaz de aglutinar a la derecha y captar votantes de Vox.

Más en twitter: @javierfumero