José Apezarena

El batiburrillo de la fallida crisis de Gobierno

No va a haber crisis de Gobierno. Lo ha proclamado el presidente. A lo sumo, un que otro ajuste menor, resultado de alguna incidencia como podría ser la salida del titular de Educación, José Ignacio Wert, al que sin embargo le han enviado el mensaje de que mejor que se quede quieto. Total, para cinco o seis meses que restan...

A lo de la crisis se le ha dado muchas vueltas estos últimos días, llenando páginas, tertulias y horas de programación. Y, ahora que va a quedar en agua de borrajas, no falta quien, casi casi actuando como portavoz oficioso, se esmera en sostener que todo ha sido una cosa "de los periodistas".

El propio Mariano Rajoy, en una de sus últimas declaraciones, cuando empezó ya a despejar el fantasma de la crisis, llegó a comentar: "No sé de dónde ha salido eso".

Bueno, pues ha salido de él mismo, del señor presidente del Gobierno, y de personas del entorno gubernamental: de Moncloa y de Génova.

Repasemos los hechos. Al día siguiente del tremendo fracaso electoral del 24 M, lunes, Rajoy sorprendió a propios y extraños cerrando los ojos y afirmando que no habría cambios. Se armó tal zipizape en sus propias filas, entre dirigentes y barones, que a continuación se rectificó a sí mismo y anunció cambios "antes del verano".

No quedó ahí. El mismo Rajoy abonó la hipótesis de la remodelación ministerial cuando, preguntado sobre si eran inminentes, respondió que los cambios, "sean en el partido o en el Gobierno" se conocerían cuando se produjeran. Él utilizó la palabra "Gobierno", con lo que abría la puerta a la crisis abonando las teorías que campaban en todos los medios.

Pero es que, además, desde los ámbitos del partido y del Gobierno empezaron a manar informaciones en esa línea. Contaron que Rajoy había planteado a María Dolores de Cospedal ser ministra de Educación (ella respondió que, para cinco meses, mejor quedarse como estaba) y se difundió luego el nombre de José María Lasalle. Y que el presidente había hablado también con Núñez Feijóo y el gallego le había respondido que prefería continuar en la Xunta.

Por si no bastara, un secretario de Estado, el de relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, aludió en público a la crisis afirmando que no serían cambios "cosméticos", sino profundos, "de chapa y pintura". Así se explicó. Tratándose de persona bien posicionada, con despacho en la mismísima Moncloa, junto al de Soraya Sáenz de Santamaría, todo el mundo entendió que daba por hecha la crisis de Gobierno.

Así que, por concluir, no se ha tratado de un 'invento' de los periodistas, digan lo que digan los voceros oficialistas. Detrás se esconden, una vez más, la incontinencia verbal de alguno, una deficiente práctica política, las dudas y vacilaciones de siempre, la pasividad innata al personaje, y todo ello junto con una muy mala gestión comunicacional. Un gran batiburrillo, en fin.

 

Eso es lo que encendió los fuegos de una inminente crisis de Gobierno. Decir otra cosa son ganas de esconder, manipular o mentir. Y que cada palo aguante su vela. Porque aquí 'palo', haberlo, haylo.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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