José Apezarena

Cándido Conde-Pumpido y el ayudante del verdugo

La ex Fiscal General del Estado, Dolores Delgado (d) junto al magistrado Cándido Conde-Pumpido (i)
Conde-Pumpido y Dolores Delgado

Cándido Conde-Pumpido, presidente del Tribunal Constitucional, se ha convertido en la muleta perfecta para salvar al partido de sus amores, el PSOE, de cualquier problema que pueda aparecer, por difícil y hasta imposible que parezca.

El último servicio ha sido la admisión a trámite, en contra de la posición del Tribunal Supremo, del recurso para revisar 30.000 votos nulos de las generales del 23 de julio en Madrid, en la pugna del PSOE para recuperar el escaño 122 que le arrebató el PP por 1.200 votos.

Se entiende que los socialistas se empeñen, porque no tienen nada que perder con ese envite. Si el repaso de las papeletas resulta negativo, se quedan como están; pero, si les sale a favor, se quitarán de encima la obligación de ganarse a Junts para conseguir la investidura de Sánchez.

Se ha abierto plazo para que las partes y a la Fiscalía del TC presenten alegaciones, y la Sala reunirá esta semana. Vistos los precedentes, y la distribución de fuerzas, no habrá sorpresas: la decisión será la que interesa al PSOE, que se revisen las papeletas.

De paso, Conde-Pumpido insiste en su propósito de desautorizar al Tribunal Supremo. Una vieja venganza que viene de los tiempos en que intentó presidirlo y fue descabalgado. Y, con eso,  comienza a deslegitimar la única instancia que, por el momento, se mantiene fuera del control del sanchismo.

Convertido, con sus visitas a La Moncloa, en consejero máximo y estratega de Pedro Sánchez durante la batalla por el control del TC y del Consejo General del Poder Judicial, Conde-Pumpido se trabajó desde allí la presidencia del Tribunal Constitucional.

Lo consiguió y no está defraudando a su patrocinador. Con el rodillo de siete magistrados de izquierdas frente a cuatro de derechas, ha ido liquidando uno tras otro, con inusitada determinación y rapidez, sin vergüenzas ni rubores, los principales escollos que tenía el Gobierno, como los recursos contra la ley del aborto de Zapatero; los presentados contra las normas más sociales de Sánchez, como la Ley Celáa; la regulación de la Eutanasia, la de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia...

Y hasta dio un paso nuevo, con la ley de interrupción del embarazo, creando un derecho que no figura en la Constitución, al convertir la interrupción del embarazo en un derecho fundamental. El vigilante de la legalidad se ha trocado en legislador, apropiándose de una atribución que solamente tienen las Cámaras.

Cincuenta años ha tardado Estados Unidos en dar marcha atrás a esa atribución, al tumbar el Tribunal Supremo la histórica sentencia  'Roe contra Wade' por ese motivo: porque, sin tener atribuciones, había ‘inventado’ un derecho que no existía en su Constitución.

 

En buena hora Pedro Sánchez consiguió colocar a Conde-Pumpido al frente del Tribunal Constitucional, porque le está sacando de mucho atolladeros. Y los que faltan. Incluso más delicados.

El debate sobre la legalidad de una amnistía a los golpistas del procés y sobre la autodeterminación de Cataluña (condiciones para que Puigdemont y compañeros le den su voto en la investidura), van a acabar también en el Constitucional, que -una vez más- otorgará veredicto favorable a lo que pida el Gobierno. Lo que sea necesario. Sin barreras. Se volverá a comprobar que Sánchez no tiene ningún límite.

Conde-Pumpido convertido en ayudante privilegiado de Pedro Sánchez.

Un viejo amigo afirma que existe un individuo peor que el verdugo: el ayudante del verdugo. Pues eso.

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