José Apezarena

El dinero negro de don Juan Carlos

Don Juan Carlos en una visita a Emiratos Árabes Unidos.
Don Juan Carlos en una visita a Emiratos Árabes Unidos.

Afirman lo expertos en investigaciones judiciales y policiales que el dinero “siempre deja huella”.

Quienes pretenden enmascarar fondos, cuentas o negocios, realizando para ello ingresos y pagos de todo tipo, en bancos de países distintos, utilizando despachos internacionales, firmas fantasmas, sociedades interpuestas, testaferros… se esmeran en multiplicar los pasos, los cambios, con la esperanza de que la maraña articulada complique tanto el trabajo de los analistas que al final, desalentados, renuncien a su búsqueda.

Pero los datos están ahí. Y ahí seguirán, más o menos ocultos.

Así que el reto para los investigadores es dar con pistas suficientes que lleven a localizar el rastro definitivo. Si se continúa la pesquisa, con paciencia y perseverancia, al final todo se esclarece. Más tarde o más temprano.

Es lo que sostienen, como digo, los expertos en investigaciones económicas.

Vienen estas reflexiones a cuento de los podríamos llamar “los dineros” de don Juan Carlos. Es decir, las cuentas que supuestamente controla en el extranjero, directamente o por personas interpuestas, y los movimientos registrados en ellas, tanto ingresos como salidas.

La conclusión es que todo eso saldrá a la luz. Más tarde o más temprano. Hasta casi podría formularse como una maldición: se sabrá todo.

El problema, en el caso concreto del rey emérito, es que, cuanto más se tarde en aclararlo, va a resultar peor. Quizá no para él, pero sí para la institución que ha encarnado durante casi cuarenta años. Y para el actual titular, Felipe VI.

Hasta ese momento, hasta dar con el esquema completo, el goteo continuado de revelaciones, de descubrimientos, uno tras otro, sobre cuentas, ingresos, comisiones y pagos, constituye el peor escenario para su hijo, el actual monarca.

 

Una realidad así se convierte en la previsión más inquietante para la monarquía como tal, habida cuenta del desgaste que irá causando.

¿Puede la institución resistir incólume un rosario interminable de escándalos acumulados? Difícilmente.

Por eso, a lo mejor, el último y definitivo servicio que podría cumplir Juan Carlos I, a la monarquía, a su hijo Felipe VI y al país, es precisamente contarlo todo de una vez. Desvelar los rincones de la trama y ya está.

Y, por lo que a él mismo se refiere, hasta podría ser de aplicación el conocido el lema “Más vale ponerse una vez rojo que cien amarillo”.

editor@elconfidencialdigital.com

Más en Twitter

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato