José Apezarena

De ministra a cajera de supermercado

La ministra de Igualdad y secretaria de Acción de Gobierno de Podemos, Irene Montero y el exvicepresidente segundo del Gobierno y exlíder de Podemos Pablo Iglesias, ejercen su derecho al voto en el Colegio Público La Navata, a 28 de mayo de 2023, en Madrid (España). Hoy, 28M, se celebran elecciones municipales en un total de 8.131 ayuntamientos y elecciones autonómicas en 12 comunidades autónomas. En las elecciones municipales podrán votar 35.414.655 electores y en las autonómicas que se celebran podrán hacerlo 18.382.505 electores.
Irene Montero y Pablo Iglesias, votando en el Colegio Público de La Navata (Madrid) el 28 de mayo de 2023

Algunos memes mal intencionados están dibujando a Irene Montero como cajera en un supermercado, alimentando la leyenda de que la única capacitación profesional de la todavía ministra de Igualdad es haber desempeñado ese trabajo en una gran superficie.

Sin embargo, Irene Montero, algún currículum, tiene. Con 23 años, en 2011 se licenció en Psicología en la Universidad Autónoma. Obtuvo un máster en psicología de la educación, y consiguió una ayuda para contratos predoctorales de Formación de Profesorado Universitario entre 2013 y 2015. Le concedieron una estancia formativa en la Universidad de Harvard que rechazó por su compromiso político, y por ese mismo motivo decidió no terminar la tesis doctoral.

Dice expresamente su biografía que, entre 2010 y 2011, trabajó como cajera en la cadena de electrónica y electrodomésticos Saturn, una filial del grupo alemán Ceconomy, que en 2013 cerró sus ocho tiendas en España.

Y es cierto que no consta ninguna otra dedicación profesional, aparte de haber sido cajera, dicho sea con todo el aprecio y reconocimiento a las cajeras.

A Irene Montero, la política le ha abducido. Aunque tal vez no con mal balance, mirando al dato de que ha sido diputada desde 2015, y ministra desde enero de 2020. Eso podría considerarse un éxito. Si no tuviéramos en cuenta sus últimos meses desastrosos.

En febrero de 2017, en la asamblea Vistalegre II, Montero ocupó el lugar del defenestrado Íñigo Errejón, al que sustituyó como portavoz en el Congreso de los Diputados, algo que este no ha olvidado ni perdonado y que, entre otras cosas, ha provocado que le haya bloqueado, impidiéndole figurar en las listas por Madrid a las generales del 23-J.

​En noviembre de 2017, la revista estadounidense Forbes la incluyó en la lista internacional “30 Under 30 - Europe - Law & Policy 2017”, como uno de los políticos menores de 30 años más influyentes del año.

Irene Montero, está claro, tiene ideología y tiene militancia. Pero perece evidente que eso solo no basta para dedicarse a la política, y menos para ser un político solvente y acreditado. Y quizá menos aún para ser ministro/a.

Se requieren otras capacidades que, si no se atesoran, conducen al fracaso propio y a la frustración ajena, en la medida que decepciona a quienes lo han colocado en ese cargo.

 

Se precisa, por ejemplo inteligencia básica; capacidad de diálogo lejos de empeños y cerrazones irracionales; dejarse asesorar, escuchar, y no creerse sabedor de todo; leer bien los tiempos y escuchar a otros; hay que respetar a todos, pero singularmente a quienes lo merecen: las acusaciones de machismo al conjunto de los jueces constituyó un grave error, de primeriza atrevida.

Se requiere madurez, y también rodearse de colaboradores eficaces y cualificados, no de amigos y amigas sin experiencia alguna, que solo aportan el ser compañeros de ideología, lo que lleva a apostar por la ocurrencia y la improvisación, por el gesto llamativo. Hay que reconocer los errores. Y tener mucho sentido común, que, en mi opinión, como ministra le ha faltado a toneladas.

El veto a Montero ha causado un terremoto en Podemos. Pablo Iglesias ha reaccionado diciendo que no quiere hablar para no derramar lágrimas.

Ione Belarra la ha calificado como “principal activo político” de Podemos. Y yo me pregunto: ¿de verdad es su principal activo? Entonces, afrontan un problema, y no pequeño. Si eso es todo... Problema también porque ella ha salido muy escaldada con el episodio del “solo sí es sí”, un fiasco que tardará tiempo en ser olvidado.

En Podemos se preguntan. ¿Puedes ir a unas elecciones con moral de victoria, si crees que te han arrebatado tu “principal activo político”? Y leo que eso es una llamada a la desmovilización electoral. Porque lanza el mensaje de que, sin ella en las listas, sus posibilidades han quedado muy rebajadas. Lo cual es un error táctico porque desanima a ir a votar.

Irene Montero se ha quedado fuera de juego. Pero no es muy probable que vuelva al supermercado. La política ofrece muchos huecos donde colocar a los desplazados. Por ejemplo, en las largas nóminas de asesores, no mal pagados, por cierto. Ella misma los reclutado con intensidad en su ministerio.

Además, quedan las elecciones europeas, que se celebrarán en mayo-junio del año que viene, en las que Podemos podría lanzar una lista propia, teniendo en cuenta que en 2019 consiguió seis escaños y que se vota por circunscripción única, en toda España.

Lo dicho. No necesitará volver al supermercado. Ni falta hace, añado yo.

editor@elconfidencialdigital.es

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