José Apezarena

Pedro Sánchez y los pies de barro

Koldo García, detrás del entonces ministro José Luis Ábalos en un encuentro con perodistas.
Koldo García, detrás del entonces ministro José Luis Ábalos en un encuentro con perodistas.

Pedro Sánchez vive rodeado por un amplio abanico de problemas y amenazas. De todo tipo. Una de las más peligrosas, que viene de atrás, las sospechas sobre qué encontró Marruecos en su teléfono móvil que puedan ‘explicar’ actuaciones como la entrega del Sáhara, la inversión de 45.000 millones recién anunciada, y hasta la retirada de la OCON-Sur que combatía en narcotráfico en el Estrecho.

Quedan viejos asuntos sin cerrar, como la tesis doctoral, la expulsión de la secretaría general del PSOE, las promesas de que nunca pactaría con Podemos, con Bildu, ni con los nacionalistas. Y, por supuesto, los Eres de Andalucía.

Añadamos ahora los nombramientos de correligionarios y adictos para ocupar instituciones como el Tribunal Constitucional y el Consejo de Estado, en las presidencias de empresas públicas... y el de Nadia Calviño para presidir el Banco Europeo de Inversiones a cambio de no votar a Madrid como sede de la agencia europea contra el blanqueo.

Hay que citar los contenciosos con la Justicia, la reforma del delito de malversación, los indultos a golpistas catalanes, las negociaciones con el prófugo Puigdemont, la amnistía... Sus socios y amigos se lo acaban de ‘agradecer’ presentando en el parlamento catalán una iniciativa legislativa para repetir el referéndum de independencia.

A todo eso, y mucho más que no se cita, ha resistido con singular entereza. Hasta ha escrito (firmado) un libro sobre como lo ha conseguido.

Y, sin embargo, tengo la impresión de que el caso Koldo, también llamado caso Ábalos (y algunos lo denominan ya caso Sánchez) puede convertirse en la piedra que lo derribe definitivamente.

Como es ya bien conocido, el personaje, Koldo García, pasó, de portero de puticlub a consejero de Renfe y hombre para todo del ministro Ábalos, al que, por ejemplo, llevó a Barajas la noche del 'Delcygate'.

Viene a cuento lo de la piedra porque es famoso el sueño de Nabucodonosor y el relato bíblico. El rey de Babilonia vio una gran estatua cuya cabeza era de oro, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro, y los pies eran de hierro mezclado con arcilla. Cayó una piedra, no lanzada por mano de hombre, que golpeó los pies de barro de la estatua y esta se desplomó convertida en polvo que se llevó el viento.

Pedro Sánchez llegó a La Moncloa gracias a una moción de censura contra la corrupción, defendida precisamente por José Luis Ábalos, hoy acorralado tras la detención de su hombre de confianza por cobrar comisiones millonarias por las mascarillas. Y, ahora, a Sánchez la corrupción empieza a rodearle como nunca.

 

El escándalo afecta a un ex ministro, ex secretario de organización del PSOE y ex hombre de confianza, José Luis Ábalos. A un ministro, Ángel Víctor Torres, que, como presidente de Canarias adjudicó 12,2 millones a la empresa de la mordida. A la presidenta del Congreso y tercera autoridad del Estado, Francina Armengol, quien, siendo presidenta de Baleares, pagó 10 millones por cinco contratos a dedo. Y hasta se ha tomado declaración al número dos de Grande-Marlaska, que es lo que le faltaba al abrasado y multicensurado ministro del Interior.

Y, sobre todo, afecta directa y personalmente al propio Pedro Sánchez. Por los elogios públicos al tal Koldo, llamándole “gigante de la militancia”, “corazón comprometido”, “referente político”, “el último aizkolari socialista”, “titán”, “ejemplo a seguir para la militancia”. Pero más aún por los servicios directos que le prestó como hombre de confianza, custodiando sus avales para las primarias en las que salió elegido secretario general.

Por no faltar, no faltan las fotos, numerosas, en las que se le ve amistosamente al lado del implicado. Así que, tras haber esgrimido una vieja foto de Núñez Feijóo con un narcotraficante después condenado, resulta que ahora Sánchez aparece repetidamente fotografiado junto a Koldo.

Sánchez, que siempre se ha jactado de ser un político “limpio”, que llegó a la Moncloa aprovechándose del preámbulo de una sentencia sobre corrupción que citaba al PP, se ve ahora inmerso él mismo en un asunto de corrupción. Y no cualquier cosa, porque los millones repartidos se consiguieron aprovechando una crisis nacional grave que causó miles de muertos: la epidemia de COVID. Y eso son palabras mayores.

Ángel Víctor Torres hasta lo ha intentado justificar: “Al margen de la supuesta ilegalidad, todo se hizo en un momento difícil en el que estábamos luchando por salvar vidas”. Y se llevaron el dinero.

Parece, además, que Pedro Sánchez está perdiendo ‘toque’ político. Debe de ser consecuencia del nerviosismo. Se notó en su ocurrencia de sacar a colación al hermano de Isabel Díaz Ayuso, cuando, en efecto, hubo dos investigaciones y las dos terminaron en nada. No es extraño que la presidenta madrileña haya comentado en un post: “Me gusta la fruta”.

En esa misma rueda de prensa, le preguntaron por la detención de la mano derecha de José Luis Ábalos y afirmó que, cuando lo cesó de ministro no conocía nada del fraude con las mascarillas; y las televisiones se dedicaron a repetir el momento televisivo en el que afirmaba: No pactare con Bildu. Si quiere se lo repito cien veces: no pactaremos con Bildu. El crédito de Sánchez se encuentra en su peor momento.

Y ahora se publican noticias sobre los negocios de su padre, en la empresa PlayBol, con ganancias de 2,5 millones desde que su hijo llegó a La Moncloa.

Para que no falte nada, Ábalos, al que ya echó una vez de Moncloa y de Ferraz con cajas destempladas, parece que pretende morir matando.

La ‘número dos’, María Jesús Montero, le está empujando, y el ex ministro ha respondido, en La Sexta, que “quienes presionan para que dimita, llevan a sus espaldas hechos más graves”. Lo que se ha interpretado como una referencia al caso de los EREs de Andalucía, entre otros.

Tal parece que Ábalos estaría dispuesto a tirar de la manta. Sobre todo si corre riesgo de acabar en la cárcel. Porque hay testimonios de afirman claramente que era él quien “daba las órdenes”.

La piedra de la que hablaba ya ha caído de la montaña.

editor@elconfidencialdigital.es

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