José Apezarena

¿Y quién ha salido censurado? El Congreso

Ramón Tamames, al finalizar el pleno de investidura

Finalizada la moción de censura, una pregunta inmediata, hasta inevitable, era quién había ganado el debate y quién lo había perdido.

Y, a ese respecto, los veredictos resultaron, una vez más, contradictorios, en función de quién los formulara. Incluyendo en esa variedad los medios informativos, que no se resisten a conceder premios y castigos en función de su propio alineamiento ideológico. Es casi un automatismo.

Así, resulta insólito, y hasta casi imposible, encontrar un periódico, una radio, una televisión, un digital, que proclame ganador, del reto parlamentario desarrollado estos días, a persona o formación política distinta de la que el propio medio apoya.

Para unos, Vox ha quedado desprestigiado, para otros ha salido fortalecido. Para estos Pedro Sánchez ha barrido desde la tribuna de oradores, para aquellos naufragó lamentablemente. Y así con unos protagonistas y con otros.

Por ello, la conclusión elemental es que tales veredictos improvisados ofrecen escaso valor, porque vienen dictados desde el alineamiento ideológico y desde el partidismo.

Suele ocurrir algo semejante, por ejemplo, cuando se publican los datos de audiencia del EGM, porque, pase lo que pase, todos han ganado. De una forma o de otra, mirando un aspecto u otro, los afectados siempre encuentran un motivo de autosatisfacción.

Y lo mismo sucede tras todo proceso electoral. Cualesquiera que hayan sido los resultados, prácticamente todos los partidos han salido ganadores en algo, comparándolo con el año o con el periodo que sea necesario: siempre hay en su historia un momento donde les fue peor.

Después de dos días de debates para decidir la moción de censura presentada por Vox, que tenía como candidato a Ramón Tamames, sí cabe sacar una conclusión: quien ha perdido es el Congreso de los Diputados. Quien ha salido censurado es el Congreso. Es lo que se ha visualizado.

Si los parlamentos son el lugar de la palabra, del diálogo, de la explicación, del razonamiento, de la confrontación de ideas y de la escucha, todo eso brilló por su ausencia durante el pleno de martes y miércoles.

 

Lo expresó en varios momentos el candidato, quejándose, cuando echó de menos que en la Cámara se desarrollara un debate de verdad, es decir, con presentación de propuestas y con formulación de críticas, todo ello desde el pensamiento y la razón.

No hubo debate, hubo pelea. No se discutió, se atacó. No se confrontaron posiciones, se soltaron soflamas que, además, seguían guiones previos, cocinados por equipos de asesores antes de escuchar al candidato o al resto de oradores. Muchos gritos, muchos aspavientos, y pocos mensajes constructivos.

Tamames comentó que no se esperaba algo así. Y fue una reflexión un tanto sorprendente, viniendo de una persona de tan largo recorrido. Dio a entender que, en la Cámara, pero también en el ambiente político, las cosas se habían estropeado mucho desde que él se sentó por vez primera en el hemiciclo. No le faltaba razón.

El Congreso de los Diputados que ahora tenemos es, salvo contadas excepciones, un monumento a la medianía, a la ramplonería, al seguidismo borreguil y a la impostura. Una Cámara llena de seres anodinos, que en tantos casos dependen de la voluntad del jefe de filas para poder seguir calentando asiento y, con ello, ganarse la vida. Y que, por ello, evitan cualquier pensamiento que no sea la consigna y la renuncia a pensar.

Cuando no se dedican, algunos, a cenas en restaurantes caros seguidos de francachelas donde abundan las drogas y la prostitución. ¡Menudo ejemplo!

editor@elconfidencialdigital.es

Más en Twitter

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato