José Apezarena

Son unos Pinochos

Pedro Sánchez y Pere Aragonés.
Pedro Sánchez y Pere Aragonés

Los ministros del Gobierno, y los dirigentes socialistas más conocidos, están, la verdad, bien entrenados. Practican con eficacia y coordinación el arte de lanzar, todos a la vez, cualquier mensaje cuando necesitan contrarrestar un estado de opinión, desmontar una noticia o descalificar a un oponente.

Cierran filas con enorme efectividad. Se trate de lo que se trate. A como dé lugar. Sin detenerse en detalles tan elementales como si lo que sostienen es verdad o mentira.

Se trata del conocido sistema del argumentario. O sea, el envío diario a todos de una directriz única, que han de utilizar en sus declaraciones, con razones de fondo pero sobre todo con los términos y palabras exactas que deben manejar. Y lo aplican con una  disciplina ejemplar. El informativo de Vicente Vallés en Antena-3 muestran con frecuencia esas “coincidencias” dialécticas y terminológicas de los sucesivos portavoces.

Tal procedimiento se aplicó recientemente a propósito de las escuchas del CNI a Pere Aragonés. Un asunto delicado, porque se trata de un socio preferente del Gobierno, de quien depende la estabilidad del Ejecutivo, y, más aún, la permanencia de Pedro Sánchez en La Moncloa.

Cual ordenado ejército en orden de batalla, todos salieron a la palestra para repetir la misma afirmación: el espionaje a Aragonés se realizó “con el PP en el Gobierno”, en “tiempos de Mariano Rajoy”.

Y resulta que no es verdad.

Dicho de modo más contundente, resulta que es mentira.

La primera intrusión en el móvil de Aragonés se produjo en julio de 2019. Por tanto, cuando Pedro Sánchez llevaba un año en La Moncloa. No era un recién llegado, llevaba un año.

El CNI pidió entonces autorización judicial para intervenir el teléfono de Aragonés justificándolo en que era el líder de los Comités de Defensa de la República (CDR) en “la clandestinidad”. Y el magistrado del Tribunal Supremo la dio.

 

Dos autos posteriores confirmaron ese espionaje, en octubre de 2019 y enero de 2020.  En total, el teléfono estuvo intervenido ocho meses. Los ocho con Pedro Sánchez en La Moncloa.

¿Van a salir los portavoces a desmentirse a sí mismos, por haber afirmado que el espionaje el presidente de la Generalitat se realizó con Mariano Rajoy? Desde luego que no. Dijeron una mentira, pero no se van a corregir.

Por eso, ahora, el argumentario que empiezan a manejar sobre este asunto es que “no se enteraron”.

¿No se enteró la ministra de Defensa, Margarita Robles, de quien depende en primera instancia el CNI? Pues peor me lo pones.

¿O sea que el Gobierno no tenía bajo control el Centro Nacional de Inteligencia? Eso daría para algunas dimisiones, más allá de haber entregado en bandeja de plata la cabeza de Paz Esteban.

Pero me gustaría ir al fondo. A la utilización sistemática de la mentira desde el Gobierno y sus afines. Miente el presidente del Gobierno, mienten los ministros, mienten los dirigentes, los portavoces...

Pedro Sánchez decidió apoyar a Marruecos en su reclamación de los territorios del Sahara, y mintió cuando dijo que no cambiaba la política exterior histórica de España, que, sin embargo, durante cuarenta años ha defendido la convocatoria de un referéndum de autodeterminación.

El coro de portavoces, ministros, diputados, dirigentes socialistas, cargos municipales... afirmaron, también solemnemente, que el terrorismo constituía una línea roja para la amnistía. Era mentira. Lo han incluido en la amnistía, y ahora miran a otro lado, como si ni hubieran dicho nada ni haya pasado nada. Incluso Bolaños tuvo la osadía de reclamar a los periodistas: “No tituléis que hemos traspasado nuestra línea roja”.

Proclamaron que nunca pactarían con EH Bildu y era mentira: Les acaban de entregar la Alcaldía de Pamplona.

Por mentir, mienten hasta en las cifra del paro, porque incluyen como personas empleadas a los parados discontinuos.

En septiembre, un twittero pidió a una herramienta de Inteligencia Artificial que enumerara las mentiras "más sonadas" del presidente del Gobierno. Con las cautelas debidas en cuanto al procedimiento, este fue el resultado:

-"No pactaré con Bildu" (2017). En 2020, pactó con Bildu para ser presidente del Gobierno.

-"No indultaré a los presos del procés" (2019). En 2021, indultó a los condenados por sedición y malversación.

-"No reconoceré la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental" (2018). Lo hizo en 2022.

-"No subiré los impuestos" (2019). En 2021, los subió a la banca, las eléctricas y las grandes empresas.

-"No subiré el IVA" (2022). En 2023, lo subió a las bebidas azucaradas y a los productos envasados.

-"No subiré el precio de la luz" (2021). Pero el precio de la luz ha subido.

-"No dejaré a los españoles sin luz" (2021). Sin embargo, miles de hogares españoles se han visto afectados por cortes de luz durante el gobierno de Sánchez.

Desde entonces ha habido alguna otra más.

¿Se acuerdan de aquella frase: Este país no se merece un Gobierno que les mienta? Pues resulta que mienten el presidente, los ministros, sus portavoces... Y a todo esto, sin consecuencias, sin pagar nada. Nunca la mentira ha sido tan barata.

En castellano castizo suele utilizarse la expresión “miente más que habla”. En más de una ocasión, la efigie del presidente ha sido representada con una gran nariz de madera, al estilo de Pinocho. No hay que colocarla solamente a él. La lucen quienes le secundan y acompañan. Son todos ellos unos Pinochos.

editor@elconfidencialdigital.es

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