José Apezarena

Supersánchez

Pedro Sánchez, junto a Antonio Costa y Mario Draghi, en Roma

La cosa pintaba mal, después del amargo trago del “Gracias, Antonio” en boca del italiano Mario Draghi, y de la penosa foto de familia de la cumbre de la OTAN, con el presidente ubicado el último de la última fila. Pero Pedro Sánchez acaba de ganar una baza en Bruselas.

Sánchez ha conseguido que la Unión Europea permita la llamada ‘excepción ibérica’, es decir, que España y Portugal puedan poner topes temporales a los precios del gas que se utiliza para generar electricidad, para así bajar rápidamente la factura de la luz. Se zafó a fondo, incluyendo un levantarse de la reunión, y lo ha logrado.

El presidente del Gobierno llevaba días desplegando una muy intensa actividad internacional, de visitas aquí y allá, apareciendo en todos los telediarios, con fracasos, como la retirada de su propuesta de reforma del mercado eléctrico europeo ante la firme oposición de Alemania, pero también con alguna alegría, como la felicitación de la OTAN, que ha agradecido a España su rápida aportación en la crisis de Ucrania.

Pero, mientras se dedicaba a codearse con los líderes internacionales, que es lo que en realidad le gusta, la situación interna echaba chispas. Con una huelga de transportistas, todavía sin resolver del todo, que ha provocado desabastecimientos seguidos de acaparamientos de productos básicos por la población. A lo que hay que añadir los zarandeos tras el giro dado a la posición española respecto al Sáhara, un anuncio que no ha consultado con nadie y que provoca no poco inquietud en los ámbitos decisorios del país. De lo que tendrá que dar cuenta este miércoles, en el Pleno del Congreso, y con todos los partidos en contra.

A lo que, por añadir, se suma la amenaza de Argelia de desviar de España a Italia el suministro de gas.

Sin embargo, a pesar de una crisis como la pandemia de Cóvid, y de las fisuras en el Gobierno de coalición por las discrepancias del socio Podemos, por citar otros desafíos, Pedro Sánchez sigue ahí. Sigue y sigue. Ha demostrado ser un auténtico superviviente.

Otro dato: tres de los cinco contendientes en el debate para las generales de noviembre de 2019 han desaparecido políticamente: Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias; únicamente ‘aguanta’ Santiago Abascal.

Así que, de una forma o de otra, por habilidad, por casualidad o por suerte, el personaje ha sobrevivido hasta ahora a todas las crisis. Superviviente... o Supersánchez.

Con todo, a día de hoy, está por ver si sobrevive a la firme tendencia que siguen marcando las encuestas, que pronostican un claro retroceso electoral del PSOE y la probabilidad de que no pueda formar gobierno tras las generales de 2023.

 

A este país es de aplicación la teoría del elefante. Aquí, los grandes movimientos de opinión, los cambios en las tendencias de fondo, son especialmente lentos. Tardan mucho en ponerse en marcha, incluso años. Pero, por el mismo motivo, una vez que entran en movimiento, resulta altamente complicado detenerlos. Casi imposible. Como con los elefantes.

Veremos.

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