José Apezarena

Un Teléfono Rojo entre Moncloa y Génova

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y Pablo Casado, líder de la oposición
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y Pablo Casado, líder de la oposición

España sigue dominada por la sexta ola, que se resiste a retroceder y provoca todavía tres mil contagios por 100.000 habitantes y más de doscientos fallecimientos cada día. Encima, confirmándose la irrupción de una llamada “variante silenciosa” de Ómicron. Y el presidente del Gobierno y el líder de la oposición no hablan.

El mundo está patas arriba, tropas rusas realizan maniobras en la frontera con Ucrania, Estados Unidos envía armas a Kiev, el ambiente internacional es de posibilidad de un conflicto bélico, se habla de una guerra mundial. Pero ellos dos no están en contacto.

El Gobierno ha decidido reforzar la presencia militar española en la zona, con el envío de barcos de guerra y el despliegue de aviones Eurofighter. Y Pedro Sánchez y Pablo Casado no comunican entre sí.

¿Puede un país normal permitirse el lujo de que, ante situaciones graves, ante emergencias como las citadas, la conversación entre los dos principales dirigentes políticos permanezca bloqueada? Creo que no.

Muy caro pagó el Partido Popular la postura de José María Aznar al producirse los atentados del 11-M, cuando, en lugar de convocar al líder de la oposición para afrontar unidos aquel terrible desafío, optó por la soledad en la toma de decisiones.

Lo que ocurre en este país es que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición llevaban ocho meses sin hablar. Ocho meses. A pesar de las crisis nacionales e internacionales.

El martes, a propósito de Ucrania, la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, afirmó que Pedro Sánchez no tenía intención de llamar al presidente del Partido Popular para informarle y para cambiar impresiones sobre el conflicto, y animó al líder de la oposición a "levantar el teléfono y llamar al presidente".

Dicho y hecho. En la mañana del miércoles, Casado telefoneó a La Moncloa para interesarse por el conflicto y trasladar al presidente su total apoyo en la respuesta de España "para ejercer sus obligaciones en el marco de la OTAN", según fuentes populares y de Moncloa.

El líder de la oposición transmitió al jefe del Ejecutivo la importancia de la unidad de acción dentro del Gobierno, tal y como está sucediendo en el resto de países europeos, y le ofreció "el apoyo y la experiencia del Partido Popular en el plano internacional". La conversación duró veinticinco minutos, y Pedro Sánchez agradeció la llamada.

 

El presidente del PP aprovechó para instarle a que comparezca en el Congreso de los Diputados, "en aras de la mayor transparencia en esta crisis". No va a ser así. Si Pedro Sánchez no ha consentido en mantener informado al líder de la oposición, lo mismo seguirá aplicando respecto a las Cámaras Legislativas.

El presidente descartó acudir al Congreso a tratar sobre la situación en el Este de Europa, delegando en el ministro de Exteriores la función de informar a la representación de la soberanía nacional.

Desde mi punto de vista, esto último es una enorme descortesía, cuando no incumplimiento de sus obligaciones para con los ciudadanos. Ni siquiera estará en el Banco Azul el 16 de febrero, en la próxima sesión de control al Gobierno, porque ha programado un viaje a Emiratos.

En los dos años de legislatura, Pedro Sánchez y Pablo Casado, han mantenido solo dos reuniones en La Moncloa, en febrero y septiembre de 2020, además de una videoconferencia en abril de ese año para acordar celebrar en el Congreso la mesa de reconstrucción por la pandemia. La última vez que hablaron por teléfono fue en mayo, tras el desembarco masivo de inmigrantes en Ceuta.

Muy bajo parece ese nivel de contactos, en el que quien tendría que dar pasos adelante, tomar la iniciativa, es el presidente del Gobierno. Este de ahora, y también los que vengan después.

En una sociedad de comunicación como la actual, se hace más imprescindible que nunca que quienes ocupan puestos de gran responsabilidad hablen entre sí todo lo posible. Y más aún en situaciones de crisis graves, como la pandemia y la escalada bélica rusa. Si no por ellos mismos, deben hacerlo al menos por nosotros.

En ese línea, no estaría de más que se habilitara un Teléfono Rojo entre Moncloa y Génova, listo en todo instante para el intercambio de información y la fijación de posiciones comunes.

El Teléfono Rojo utilizado por Kennedy y Kruschev evitó una guerra nuclear a propósito de unos misiles en Cuba

Su existencia en España podría resolvernos muchos problemas. Pero me doy cuenta de que, con estos políticos, estoy planteando una utopía.

editor@elconfidencialdigital.com

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