Se buscan optimistas para cambiar el mundo

Al principio me hizo gracia y luego me dio un poco de pena que haya personas que ya estén derrotadas antes de comenzar el camino. Me parece que tienen miedo. Como dice una canción de El Canto Del Loco: con miedo despiertas, cada mañana/con miedo tú empiezas, con miedo tú juegas/con miedo a vivir, tú tienes miedo a vivir/es una pena, y sí, tú tienes miedo a vivir. Los pesimistas, bajo esa apariencia de sabiduría y cinismo, puede que tengan miedo a vivir.

            Porque parece que el optimismo es propio de los seres humanos. Así lo refleja un estudio presentado en 2009 en la reunión anual de la Association for Psychological Science, concluyó que el optimismo es una condición humana universal. Fueron encuestadas más de 150.000 personas de 95 países y el 95% consideraba que su propia vida iba a ser mejor o por lo menos igual de buena en los próximos 5 años. La encuesta debe ser bastante certera porque entre los países con menor nivel de optimismo se encontraba Haití.

               Para llevar a cabo proyectos interesantes será beneficioso tener como compañero al optimismo. Es verdad que con la crisis, los problemas laborales y tantas dificultades familiares y personales parece difícil ser optimista, pero el mundo está pidiendo un cambio: se buscan optimistas para cambiar el mundo. El esfuerzo mejor invertido para cambiar el mundo es aquel que provoca que cambien las personas.

               ¿Por dónde empezar? Es fácil: A contar se comienza por uno. Por ejemplo, la OMS está preocupada por la epidemia de obesidad. Si usted baja de peso, ya forma parte de la solución y ya ha empezado a disminuir el problema de la obesidad, ya está cambiando el mundo. La cuestión no es ver la botella medio llena o medio vacía, sino decidir y lanzarse a hacer algo con lo que queda en la botella, y después con la botella vacía. Supongo que reciclarla, o un florero.

            Esta semana coincidí con uno de los jefes de mi hospital. Le vi un poco agobiado y le pregunté la causa. Me contó: “es que parece que con el año nuevo todo el mundo tiene proyectos, enero es el mes de los propósitos y luego…” Entre bromas quedamos que para ayudarles íbamos a establecer febrero como el mes de la constancia, marzo el de la renovación de los propósitos, abril el de la continuidad, mayo el de la actualización de las intenciones y junio el de la tenacidad. Así por lo menos llegaríamos hasta el verano. El optimismo será un buen refuerzo para mantenerse con constancia en los propósitos de año nuevo. ¿Ha seguido usted alguna vez el liderazgo de un pesimista? No lo intente por favor.

            No hablo del optimismo tontorrón del que cree que se va a comer el mundo por el hecho de creerlo, ni del optimismo imprudente o poco realista. Con este optimismo no se llega muy lejos, ni siquiera en el clásico propósito de adelgazar. Así lo han comprobado en un estudio realizado en Japón. Observaron que las personas cuya personalidad se caracterizaba por un optimismo infantil y superficial, presentaban más dificultades para perder peso en un programa de 6 meses de duración.

            Hablo del optimismo que lleva a Carlos Sainz a presentarse año tras año a diferentes rallyes consciente de que puede ganar el Dakar 2010, de que habrá dificultades, sin dejarse llevar por el miedo a su mala suerte; del optimismo que empuja a Edurne Pasabán a conquistar la cima de las montañas en contra de las adversidades y de las posibilidades de congelarse; del optimismo de Nadal que lucha contra sus rodillas y las dificultades familiares; del optimismo del Atleti que se lanza a remontar un 3-0 y lo consigue.

            Hablo del optimismo que protege al cerebro. En una revisión publicada en Psychological Science tras analizar más de 400 estudios. Refieren que la función mental se verá beneficiada cuando se mantiene una actitud optimista agradable y orientada a las metas. También el ejercicio físico, permanecer socialmente integrado y participar en actividades que estimulen la mente.

            El optimismo no sólo protege al cerebro, como muestra una investigación publicada en Cancer, el optimismo era un factor de protección frente al cáncer de mama y otra observó que las mujeres optimistas tenían menor riesgo de padecer enfermedades cardiacas coronarias. En un estudio sobre Trastornos de la Personalidad que se lleva a cabo actualmente en la Universidad de Navarra, se observa cómo la preocupación caracteriza a las personas con Trastorno de Personalidad, frente al optimismo que caracteriza a las que no lo padecen.

 

               El optimismo que necesitamos es el de las personas sinceras consigo mismas, el que genera prontitud, disposición a meterse en harina, flexibilidad, agilidad, sagacidad. El optimismo que libera de la necesidad de estar seguro y tenerlo todo controlado, de la rumiación egocéntrica porque se centra en el presente, en lo que puedo hacer yo hoy y ahora, sin miedo al futuro: Con miedo te acuestas sin decir nada/con miedo tú sueñas, con miedo te entregas/con miedo a vivir, tú tienes miedo a vivir.

            Actualmente hay dos campañas publicitarias que trasmiten un mensaje muy interesante. Una de Heineneken: “¿Cosas a hacer antes morir?: Vivir.” Y otro de Ron Barceló: “Vive ahora.” Ambas trasmiten una atractiva idea de vivir en el momento, hacer lo que podamos hacer ahora, en este momento. Ambos se refieren al placer, pero nosotros lo podemos aplicar a lo que nos parezca. Por ejemplo a nuestros ideales, a los proyectos, a los propósitos. Voy a vivirlos ahora. No sé qué pasará en marzo ni en abril, pero si los vivo en presente a cada instante, seguramente llegue hasta el 31 de diciembre.

            El optimismo nos ayudará a vencer la comodidad, el miedo, la inconstancia y el cinismo. Contaremos con el pasado, que influye pero no es determinante, y nos dará esperanza para desde el presente, llegar a lo que nos proponemos con un trabajo alegre, intenso y ordenado.

            Quizá sea el optimismo un signo de madurez. Un proyecto de investigación del Instituto Gerontológico de San Sebastián encontró que la memoria de los ancianos daba prioridad a los episodios positivos y que eran capaces de experimentar emociones positivas incluso frente a acontecimientos negativos. Los jóvenes tenían una preferencia desproporcionada hacia los estímulos negativos.

             En el Congreso Nacional de Psiquiatría en España, del 2009 el cardiólogo Valentín Fuster, expuso las cuatro líneas maestras que recomienda a los residentes en formación para triunfar. Como aconseja este sabio médico una de las cuatro ruedas para que el coche de nuestros proyectos alcance su destino es el optimismo. Las definió como las cuatro T:

1.      Tiempo para reflexionar: para tener calma y evitar el estrés.

2.      Talento para descubrir: para buscar la plenitud en aquello que hagamos en cada momento

3.      Transmitir Positividad/Optimismo: para andar en libertad y evitar el terreno de la hostilidad        

4.      Tutor: para facilitar la responsabilidad y no caer en el desorden.

           

Cuentan que en una dinámica de grupo buscaban una persona con perfil optimista para trabajar en una empresa multinacional. Le hicieron la siguiente pregunta a tres candidatos: ¿qué le gustaría que dijesen de usted durante su velatorio? El primer candidato dijo: que fui un gran profesional y un muy buen padre de familia. El segundo candidato dijo: que fui un hombre maravilloso, excelente padre de familia, y un profesor de gran influencia en el futuro de la juventud. Pero el tercero arrasó: me gustaría que dijesen: “mira, se está moviendo”. Fue contratado.

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