Sin miedo a la libertad: Mandela y la cuesta de enero

            Un amigo me pedía: "A ver si escribes algo ilusionante este mes porque la cuesta de enero se me está haciendo muy dura". Todavía queda febrero sin ninguna fiesta ni puentes.  A otro le dije que escribiría sobre la libertad: "estás loco, eso no se puede hacer, es un misterio, no vale la pena, nadie te va a entender".

            Lo más ilusionante que te puede pasar es ser el hacedor de tu propia existencia. Paso a paso. Golpe a golpe. Todo pasa y todo queda. Lo que haya para vivir. Esto es muy exigente. La libertad guiando a uno mismo.

            Hablaba con una paciente que se cuestionaba las preguntas últimas de la vida. Esto le bloqueaba, le generaba angustia, le hacía pasarlo mal. "Me da la sensación de que tuvieras miedo a la libertad". Me sorprendió su respuesta: "Sí, claro. Preferiría mil veces estar programada y no tener que decidir qué es lo bueno para mí".

            Programada ¿por quién?¿Un sistema cuidador? ¿Un gran hermano que ordena? ¿Estado de bienestar, de equilibrio, de higiene social? ¿Valores asépticos consensuados con el sello del buen rollito?

            Siempre me ha llamado la atención que la estatua de la libertad ("La libertad alumbrando al mundo") sea rígida y esté aislada de la actividad cotidiana de las personas que corretean por la ciudad. Un año di la oportunidad a los alumnos de la universidad de hacer el examen como ellos quisieran: test, desarrollo, oral...para que pudieran expresar lo mejor de ellos ¡Me llevé un chasco! Todos cogieron en bloque el mismo tipo. ¡Qué bajón! Quizá exigí demasiado compromiso personal y la responsabilidad consigo mismos. El esfuerzo de la libertad alimenta las fábricas de sueños. El sometimiento irreflexivo promueve la esclavitud de lo convencional.

            Las historias épicas de libertad hablan de innovación, fuerza, sacrificio, esfuerzo, constancia, creatividad, interés, iniciativa, diligencia, resistencia, compromiso, paciencia, persistencia, aventura, riesgo, fortaleza, reciedumbre, inconformismo, intrepidez, sorpresa, satisfacción, disfrute, amor... Gamonal, Kiev, Egipto… Cuando la resistencia y el opresor es uno mismo, sí que es difícil. Personas libres. ¿Demasiado para un ser humano?

            "Libres para decidir" dice un lema contra la reforma de la ley del aborto. "Libres para elegir" dice otro a favor de la educación diferenciada. Me acordé de Nietzsche: “Tú te dices libre. Yo quiero que me digas tu pensamiento dominante y no que te has librado de un yugo. Hay muchos que rechazan los últimos restos de valor rechazando su sujeción. Libre ¿de qué? ¿Qué importa esto a Zarathustra?  Tu ojo debe decirme con claridad: libre ¿para qué?”

            ¿Libres o liberados? Pasotismo, fatalismo, decepción, pensamiento débil, carencias de formación, versatilidad barata del todo vale mientras no cojas mi cerveza ni te sientes en mi sillón. Seres puramente liberados de la responsabilidad de amarse. Autocomplacientes. Decepcionados. Insatisfechos. Resignados. Liberalizados: “capacidad de elección, comprada al precio de una perpetua indecisión”, dice Daniel Innerarity.

            Mandela encarcelado se decía libre: “Porque ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás”. La libertad impide que la legalidad sustituya a la ética o que los protocolos consensuados anulen la moral.

 

            En el siglo de las libertades, la oportunidad que tenemos es única: amarse a uno mismo. Para esto es preciso reflexionar y conocerse. Desde ahí el salto a la trascendencia es ineludible. Encontrarte con la posibilidad de elegir tu vida, cómo la vives, aceptar el reto de actuar bien y en conciencia, contar con el riesgo y asumir la responsabilidad de tus actos: puedo hacer las cosas bien o puedo hacerlas mal.

            La ilusión y esperanza de la libertad nos sitúa en un plano de la vida que anima a seguir viviendo. Aún en la cuesta de enero, con capacidad de elegir lo bueno, lo que me identifique más conmigo, con quién soy, aquella actuación que me haga ser más yo, me hará ser libre.          

            La libertad te da entusiasmo, enthousiasmós, en theos, endiosamiento. Te hace ser un "normalhéroe" cotidiano. Te mueve al cambio. Te da firmes convicciones que estás dispuesto a cuestionarte para seguir ahondando en ellas. Interesado. Ilusionado. Con afán por cambiar el mundo, tu mundo. Como Mandela, que no pretendió ser blanco, sino libre, porque así había nacido.

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato