A Otegi le toca la lotería gracias al fiscal que ha hecho de niño de San Ildefonso

Ya estamos otra vez metidos en harina jurídica y judicial. Apenas se habían apagado los ecos de la excarcelación de De Juana Chaos, cuando asistimos a la “cuasi excarcelación” de Otegi. Una especie de novela por entregas que se ha venido publicando desde hace 4 años. En el prólogo el Fiscal veía delito de exaltación del terrorismo en el panegírico fúnebre de Otegi en el entierro de la presunta etarra a la que le estalló la bomba que preparaba por esas playas de Dios. El epílogo lo vivimos esta semana:

- Pues ¿qué quiere que le diga?, señor Otegi –dijo el juez-. Que no tenemos nada contra usted, y que vuelva usted con bien a Euskadi, y ojo que la nieve y el hielo son muy traicioneros, y usted perdone las molestias del desplazamiento.

El que no se desplaza es Pernando Barrena. Pero en una de estas es él el que va a “desplazar” al Gobierno y, además, le abronca. Que como salga, no ya un comunicado sino un papel, aunque sea con firma ilegible, ya tenemos armado el lío. ¡Mira que si fuera verdad!

Y vuelta a empezar. Y el Gobierno dice que no tiene nada que decir ante una decisión del poder judicial, “técnica y jurídica”, según el Ministro del ramo. El Partido Popular que clama al cielo “y no le oyó”, y Blanco diciendo que para muertos los de la guerra de Irak, y Llamazares, como siempre muy serio, opinando que al que hay que juzgar es a Aznar. Que digo yo que por La Haya también puede haber nieve y habrá que llevarle en avión hasta el “cuatrovientos” holandés. Una pasta.

La semana comenzó casi casi “metida en sanfermines”. Pamplona en todas las televisiones -claro que en unas más que en otras- y el protagonismo de Navarra y de los navarros fue indiscutible. Lástima que en el “chupinazo” el Presidente navarro, Miguel Sanz, no haya estado demasiado lúcido y que se le fuera la dirección del cohete en plena cara de la Corona. Dice el Presidente de Navarra que no siempre se está afortunado en las declaraciones, pero es que hay años que no está uno “pa ná”.

En cualquier caso los navarros, multitud de navarros, le dijeron a Rodríguez Zapatero lo qué quieren que sea Navarra o, mejor dicho, lo que no quieren que sea. Pero no parece que el Presidente esté por la labor, y ya Rubalcaba “está dispuesto a dar pasos” y empieza a ponerse “tierno” con la izquierda abertzale que multiplica los mítines electorales sin tener en cuenta, para nada, el calendario previsto para la campaña y los comicios.

Casi a la misma hora en la que tenía lugar la manifestación de Pamplona, en Madrid Llamazares exhumaba, no se sabe si de una cuneta franquista, la momia de Lenin. Otro viaje desde la nieve. El caso es que aquello parecía el Madrid del año 37. Vamos, que era toda una mirada hacia el futuro y hacia el progreso. Y la Ministra de Educación, encantada porque seguro que había jovencitos que no sabían quién era Lenin y, con esto de la cultura audiovisual que nos invade, con la foto se enteraron. Igual que se van a enterar de quién era Franco gracias a que Carmen Calvo le invoca como aval para “colocarnos” el canon del cine...  “Con Franco también había canon”. Esta buena mujer, cualquier día nos dice eso de que “con Franco vivíamos mejor”.

Lo que se echó de menos en esa manifestación –aparte de la foto de Stalin- fueron las cifras de asistentes. Y es que una manifestación sin cifras de asistentes, con grandes diferencias cuantitativas, es como un jardín sin flores o un viernes sin la presencia televisiva de la Vicepresidenta Fernández de la Vega, que el miércoles, en la sesión parlamentaria, se empleó a fondo, tan a fondo, que le falló su voz pausada y su sintaxis sincopada y hasta gritó a la oposición.

Rajoy sigue estando brillante en sus intervenciones en el Congreso. Se habla de frialdad entre él y Aznar y parece que el ex Presidente le ha dado una especie de ultimátum hasta las elecciones. Si no salen bien... igual hay que rectificar. Rectificar ¿el qué? En cualquier caso, para rectificar en el Partido Popular está Jaime Ignacio del Burgo que, al cabo de los años, se ha metido en “guerra de once varas”.

 

Y es que hay declaraciones que parecen amenazas. Montilla amenaza con las matrículas de los coches y con sacar cadáveres de las fosas; los islamistas amenazan en Ceuta y Melilla, y la ETA amenaza a los empresarios con nuevas cartas de extorsión. Claro que como al Ministerio del Interior no le llegan las cartas de extorsión, pues “no le constan”.

Lo que no es una amenaza sino una realidad es el “rodillo” parlamentario al que parece que Zapatero le quiere imprimir una velocidad inusitada. Velocidad de crucero, o ¿velocidad de elecciones? No se sabe pero se intuye. Y se rumorea en Ferraz y en Génova que hay que “estar al loro” por si acaso.

Y si no hay anticipo de elecciones, ¿a qué viene ese afán del Gobierno por decirle a la oposición lo que tiene que hacer? Rodríguez Zapatero se enfada porque en la sesión de control no le hacen las preguntas que él quiere que le hagan, sobre el cambio climático, la gota de agua, los trasvases y los pisos de alquiler, y va Rajoy y se dedica a preguntarle por el terrorismo. Extraño.

 De la Vega afirma –como siempre rotunda y categórica- que confiaría su patrimonio a Rafa -no me jodas Rafa, que dijo el árbitro Iturralde- Simancas. Extraño también.

Y la Ministra de Cultura no quiere que los cristianos hablemos de las blasfemias pornográficas de Extremadura y nos dediquemos a contar los muertos de Irak. La manía de Blanco, de Llamazares y ahora de Carmen Calvo por los muertos empieza a oler mal. Dicho sea con perdón.

Claro que el caballero que circulaba a 260 por hora va a pedir daños y perjuicios. Como le toque el mismo fiscal que a Otegi, la Vicepresidenta se queda sin patrimonio que confiar a Rafa, Simancas, por supuesto.

Menos mal que Alberto –si Simancas es Rafa, ¿por qué Ruíz Gallardón no puede ser Alberto?- nos va a “quitarlosmiedos” y ya podremos circular en moto sin peligro. Que eso de los “quitamiedos” le va a venir muy bien a Miguel Sanz que “va como una moto” y se hace un lío con la Monarquía y con el Partido Socialista Navarro al que le está tirando los tejos. ¿O no?, Mariano.

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