Posados y robados

Es tal el despliegue fotográfico del nuevo Gobierno de Rodríguez Zapatero que se puede usar -sin el menor desdoro para los flamantes ministros- el lenguaje de los espacios del corazón.

Ya, ni la Semana Santa es lo que era. Antes además de ‘la madrugá’ –superior Carlos- de Carlos Herrera, los periódicos llenaban sus páginas con los destinos vacacionales de los ministros y altos cargos. Ahora no, ahora los ministros se quedan a trabajar, a hacer ‘posados’ de reunión en reunión y de toma de contacto con los problemas. Un auténtico frenesí del que se ha llevado la palma la vicepresidenta Salgado, que se ha reunido hasta con ella misma y ha quedado encantada.

Dicen las malas lenguas que un dromedario es un caballo diseñado en una reunión. Pues habrá que ponerse en lo peor.

Pero ha habido de todo. Además de ‘posados’, se han publicado ‘robados’ y, al que más y al que menos, le han pillado en un chiringuito –antes de su desaparición- en un país exótico o en Quintos de Mora.

Tiene valor Rodríguez Zapatero porque irse, casi de incógnito, a Quintos de Mora sin saber si anda por ahí -de más o menos furtivo- algún ex de su Gobierno pegando tiros a diestro y siniestro- en este caso siempre a siniestro- no deja de ser una machada.

Pero entre reuniones, trabajo en el chiringuito, toma de contacto con la realidad ministerial y hasta posible nombramiento de los nuevos equipos, a los ministros recién nombrados se les ha pasado su primera Semana Santa en un suspiro.

Y es lo que se pregunta el ciudadano medio: ¿así las cosas y en este frenesí ‘reunitivo’, que hay de lo mío? Porque lo mío, lo tuyo y hasta lo nuestro, sigue igual. Y mucho antes de que hayan terminado de sentarse los nuevos, van a llegar las cifras del paro del mes correspondiente y se van a llevar otro sofocón.

Pero todo sea por las elecciones europeas que dicen que ha sido el único motivo que ha llevado a Rodríguez Zapatero a lo del parcheo, a montar el tinglado en Andalucía, a cesar a Solbes y a ex ex Maleni, a dar a Salgado las llaves de la despensa y a José Blanco lo del AVE a Galicia.

Hasta ahí todo normal, porque cualquier gobernante se prepara para las elecciones próximas, pero irse a Quintos de Mora sin avisar a los furtivos y nombrar a González Sinde ministra de Cultura, raya en el heroísmo político.

 
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