Por la boca… Informar sobre Semana Santa o “es duro dar coces contra el aguijón”

Profesionalmente, para cualquier medio y para cualquier periodista, ignorar los miles de ciudadanos que han colapsado  los puntos más céntricos de las ciudades, a pesar de la lluvia, para presenciar las procesiones o asistir a los actos religiosos, es deplorable desde el punto de vista de una profesión que está para informar, independientemente de ideologías, consignas o de apetencias personales.

Un periódico que pasa (aunque cada vez pasa menos) por objetivo, bien informado y hasta veraz, publicaba el pasado Jueves Santo -con el pretexto de analizar lo que era la programación de las televisiones en Semana Santa- un artículo en el que la periodista titulaba “Quo vadis televisión en Semana Santa” y contaba cómo hace años, en el “Un, dos, tres” de Ibáñez Serrador, en esas fechas, no aparecían minifaldas ni se contaban chistes subidos de tono y afirmaba que “hoy, la programación pascual es casi anecdótica en TVE e inexistente en el resto de las cadenas”.

Con independencia de la mala fe que parece destilar –aunque muy sutilmente- la información, no hay por dónde cogerla, porque además de falsa es de una pobreza profesional alarmante.

Remontarse a 40 años para contar lo del “Un, dos, tres”, es risible y afirmar que, “en las otras cadenas, la información sobre la Semana Santa es inexistente” constituye una pura falacia.

Lo cierto es que, no solamente las televisiones autonómicas, sino  cadenas generalistas, han abierto sus informativos con imágenes y conexiones amplias en el tiempo y muy pegadas a la actualidad que se vivía en la calle.

Profesionalmente, para cualquier medio y para cualquier periodista, ignorar los miles de ciudadanos que han colapsado los puntos más céntricos de las ciudades -a pesar de la lluvia- para presenciar las procesiones o asistir a los actos religiosos, es deplorable desde el punto de vista de una profesión que está para informar, independientemente de ideologías, consignas o de apetencias personales.

Acontecimientos a los que asisten miles de personas, que realizan viajes y desplazamientos y desafían las inclemencias del tiempo con el fin de asistir a una procesión, que están pendientes de las informaciones meteorológicas, son  noticia y una noticia cuya marginación en cualquier medio de comunicación es una nuestra de mala fe, y son hechos que no pueden calificarse de inexistentes o anecdóticos si se es un verdadero profesional.

La Semana Santa ha sido y es noticia aunque haya medios o periodistas que quieran negarlo y porque a la pregunta del “Quo vadis Semana Santa” se responde muy fácilmente simplemente poniendo de manifiesto la trayectoria de esa “noticia” desde hace veintiún siglos.

Porque, aparte del significado religioso, el bagaje cultural, artístico e incluso económico, de un acontecimiento que arrastra a tanta gente -sean cuales sean sus creencias- debería merecer el respeto y la atención de los profesionales de la información.

 

Y todo ello, aunque no se dediquen a contar los asistentes a las procesiones, con el mismo interés demostrado, todos los días, en enumerar y pormenorizar los casos de abusos dentro de la Iglesia Católica.

Y es que como dijo San Pablo, “es duro dar coces contra el aguijón”.

La carcajada: Escribe Güimil en “El País” a propósito de la Semana Santa en televisión: “Hoy TVE vive inmersa su propio vía crucis con milagro final: que al frente, aunque sea de manera provisional, hayan situado a alguien, Conchi Carcajosa, que además de saber de televisión es un referente”.

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