Por la boca… Sánchez “pone en valor” (que diría un tonto progre) la figura del tonto con cargo al presupuesto

El presidente Pedro Sánchez, en Moncloa.

Sánchez es un “influencer” especializado en promover la tontería y a los tontos para que ocupen un despacho, manejen un dinero público y vivan de los presupuestos que los ciudadanos engordan con los impuestos que pagan.

Sánchez es una especie de “influencer”, ese espécimen que ahora se lleva tanto y que congrega a individuos que no se sabe lo que hacen aunque sí se sabe de qué viven. 

Sánchez es un “influencer” especializado en promover la tontería y a los tontos, para que ocupen un despacho, manejen un dinero público y vivan de los presupuestos que los ciudadanos engordan con los impuestos que pagan.

Como diría el maestro Antonio Burgos, son tontos con balcones a la calle. Pero también son tontos con balcones que, si hacia fuera dan a la calle, hacia dentro comunican con suntuosos despachos, mesas enormes y multitud de asesores, que elaboran leyes infectas y decretos malolientes y hasta cambian de tapadillo la Constitución, y disfrutan de coche oficial con cargo a las arcas públicas, por lo que cabe dudar de hasta qué punto son tontos, se hacen los tontos, o simplemente son tontos discontinuos como los contratos laborales de Díaz.

En la magnífica serie “El ala oeste de la Casa Blanca”, dos de los personajes mantienen una conversación muy ilustrativa:

-No te hagas el tonto.

-No me hago el tonto. Soy tonto, lo que pasa es que a veces me hago el listo.

A juzgar por cómo gestionan, las leyes que están pariendo, las cuentas que elaboran, los resultados de los que se vanaglorian y hasta por las declaraciones que suelen hacer, la inmensa mayoría tienen más de ser tontos que de hacerse los tontos. Pero cuando llega la hora de cobrar el sueldo, hay que sospechar que tienen más de hacerse los tontos que de ser tontos.

Porque si se analiza cómo y de qué vivían, como y de qué viven y cómo y de qué esperan vivir, hay que concluir que muchos, sin ser muy espabilados, se hacen los tontos con bastante donaire.

 

Ahora, unos y otros, los tontos y los que se hacen los tontos, están en un sin vivir por aquello de las listas electorales, porque si las cosas vienen mal dadas, seguirán siendo tontos, pero ya no podrán hacerse los tontos con cargo a los presupuestos.

Alguien dijo que necio es el que se cierra a lo evidente, a lo que tiene delante. El que no está dispuesto a escuchar. El que está convencido –o quiere convencer a los demás- de que las cosas son como él piensa y que, por tanto,  vive en un mundo fantástico, vive engañado…

… y de engañar a los ciudadanos.

 La carcajada: Dice García, Fiscal General del Estado: “El Ministerio Público tiene un serio problema de credibilidad debido a que es una de las instituciones más desconocida. Tanto los prejuicios que despierta la forma de elección del Fiscal General, como la imagen antipática que el mundo del cine y la literatura han trasladado del trabajo de la Fiscalía, han condicionado, en gran medida, el conocimiento”.

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