Por la boca… El secreteo de Sánchez, ni oculta la infamia ni esconde la vileza del chantaje

Santos Cerdán y Pedro Sánchez.
Santos Cerdán y Pedro Sánchez.

Todos los actores de la comedia suiza, hacen lo que tienen que hacer. El único que no hace lo que se supone que tiene que hacer un presidente de Gobierno, es Sánchez. Hace lo que tiene que hacer un politicastro ambicioso, carente de escrúpulos, corto de mente y ayuno de toda idea, mientras funge un puesto para el que la naturaleza apenas le dotó.

Según la Academia, secreteo es “el modo de actuar en secreto sobre asuntos que deberían manifestarse”. 

Sánchez y sus “bolaños” dicen ser discretos cuando, en realidad, son unos facinerosos (políticos por supuesto) que hurtan y roban a los españoles unas informaciones a las que tienen pleno derecho puesto que, aunque sea en Suiza, con un fugado y con la mediación de “un no se sabe qué”, salvadoreño, lo que se discute, se habla, se pacta, se vende y se roba, son asuntos que atañen a todos los ciudadanos y todos deberían conocer.

Todos hacen lo que tienen que hacer. Puigdemont -teniendo en cuenta su calaña- hace lo que tiene que hacer; el salvadoreño, atendiendo a su trayectoria de componedor con las FARC, hace lo que tiene que hacer; Bolaños babea lo que tiene que babear e incluso Cerdán ejerce su oficio de correveidile a las mil maravillas.

Ortúzar hace lo que tiene que hacer y se fotografía en el salón de Puigdemont, por supuesto cobrando por la foto, lo que tenga que cobrar según tarifa.

Y hasta Díaz hace lo que tiene que hacer y peregrina a la residencia belga de Puigdemont, guerrillera, besucona y sobona.

Todos cumplen lo que de ellos se puede esperar.

El único que no hace lo que se supone que tiene que hacer un presidente de Gobierno, es Sánchez. Eso sí, hace lo que tiene que hacer un politicastro ambicioso, carente de escrúpulos, corto de mente y ayuno de toda idea, mientras funge un puesto para el que la naturaleza apenas le dotó.

Sánchez es dado a los tapujos, ya sea con cortinas “tapaurnas” en Ferraz o con los “bolaños” ejerciendo de “discretas enamoradas”, al decir de Lope de Vega.

 

El secreteo forma parte no solamente de las formas de Sánchez, sino que va injertado en su trufado de mentiras o de sus mentiras rellenas de secreteo. Hay que reconocer que el secreteo se le da bien.

Los “bolaños” venden la mercancía averiada de la discreción, pero lo que realmente hacen es administrar la información en pildoritas (que diría don Hilarión, el boticario de la Verbena de la Paloma) y nueve millones de votantes y algunos medios de comunicación, tragan esas pildoritas incluso sin agua, como algunos medicamentos modernos que se ingieren sin más.

Con independencia de que el contenido de las compraventas entre Sánchez y Puigdemont, permitiría a Borges escribir otra “Historia universal de la infamia”, el hecho de que esas vilezas se negocien en un país extranjero y con un extranjero como árbitro, ya sería más que suficiente para que votantes y esos “algunos” medios de comunicación, escupieran las pildoritas que Sánchez receta.

Y es lo que dice mi portero: ¿No será que Puigdemont, con las manos de Sánchez, está “tocando los rubiales” a todos los españoles?

La carcajada: Sánchez ha vuelto a “escribir” otro libro y en la portada figura como “autor”.

Comentarios