Los bolsillos

A veces es un alivio para el columnista, que se decide a escribir sobre economía, no estar demasiado enterado de la materia. Lo que pudiera ser una debilidad profesional, se convierte en libertad para escribir y en frescura para sacar a colación los temas que de verdad importan a los bolsillos de la gente normal.

Porque la gente normal no sabe de siglas y PIB, IPC, IPCA, ASCRI, CVC o FED, le suenan a chino mandarín. Y están en su derecho.

Lo que sí le suena al españolito de a pié es una docena de huevos, un litro de aceite, una botella de leche, una barra de pan y hasta un cafelito ( ese que Rodríguez Zapatero no sabía lo que cuesta).

El que más y el que menos se maliciaba que lo que nos contaba Pedro Solbes de que los precios bajarían en marzo, estaba tan ajustado a la fecha de las elecciones, que no podía por menos de formar parte del programa electoral de su partido. Es decir, que había que aguantar hasta después de las urnas para explotar el globo de la contención de los precios. Y ya ha explotado.

La cesta de la compra se ha disparado y para los que no entendemos de economía, ni de siglas, ni de bancos europeos o mundiales, el problema consiste en que con el mismo dinero se compra mucho menos, o lo que es igual, que para comprar lo mismo, hay que sacar más dinero del bolsillo.

Y ante esa situación la macroeconomía, y el precio del barril de petróleo, y la globalización y hasta la bajada o la subida de los tipos de interés fallan y el ciudadano se siente engañado.

Me lo contaba mi quiosquero el otro día: ‘Ya no viene el del banco a meterme los créditos baratos por los ojos, ahora no te dan una peseta –él sigue hablando en pesetas- y si te la dan, te cuesta un congo de intereses. Me huele que algo pasa además, naturalmente, de que ya no hay elecciones hasta dentro de cuatro años’. Listo mi quiosquero.

Le quise explicar lo de la balanza de pagos y lo la bolsa en Nueva York y lo del IBEX y lo del déficit exterior y hasta lo de la inflación subyacente –que me lo he aprendido en un par de tardes- pero no me dejó, y comenzó con la retahíla de lo que había subido la leche, y el pan, y las verduras, y los huevos, y el ‘cafelito’, ese que Rodríguez Zapatero no sabe lo que vale.

Cosas de los quiosqueros.

 
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