Todos estamos calentando motores de cara a las elecciones: una semana rara, casi de transición

Es como si crecieran los enanos del circo. Pero la realidad es que en Valencia no hay viento, que a Pere Navarro se le aparecen muertos en carretera, que a Garzón se le amotinan las “Erriko tabernas”, que según algunos miembros de la Guardia Civil también hay angelitos chinos -y no sólo negros que cantaba Antonio Machín-, que a los españoles, en cuanto estamos más distraídos, se nos aparecen Zapatero o Rajoy en una televisión o De Juana Chaos paseando por la Concha de San Sebastián, o Llamazares con una memoria histórica pegada en la frente. Y menos mal que Zapatero en Toulouse no habló en francés más que un escueto merçi. Un panorama.

Es como si todos estuvieran “calentando” con vistas a las elecciones que se nos vienen encima. El Partido Popular juega a la moderación y Matas tiende “marispaus” para atravesar el Mediterráneo, Ruiz Gallardón -entre inauguración e inauguración- defiende a los jueces, Esperanza Aguirre entre camiseta y raquetazo también se “ablanda”, y Rajoy sonríe en televisión.

En la otra orilla Zapatero coquetea con Urdaci y le llama Alfredo en la intimidad, el Gobierno regala aeropuertos a la Generalitat y López Aguilar pide perdón por haber copiado su programa electoral.

A este paso, de aquí a los comicios no va a crispar más que Stoichkov. Un aburrimiento.

Todo parece congelado para después y hasta Ibarretxe, tan innovador él, recurre al frío y saca del congelador un plan que ya huele a podrido. Haga lo que haga ETA,  dice el Lenhendakari, y se queda tan ancho.

Y es que esto es como el mundo al revés. Unos guardias civiles se topan con “El Chino”, que lleva un muestrario de productos de Albacete y billetes a montón y ropa robada, y concluyen que “no procede su detención”.

La Ministra de Educación se encuentra con chavales que han suspendido hasta comedor y autocar, que diría un castizo, y decide que tampoco procede que repitan curso, para no desmotivarlos. Y claro, pasa lo que pasa, y si de pequeños superan curso por las buenas, de mayores, y ya convertidos en  ex ministros de Justicia, se dedican al copieteo de los compañeros de pupitre electoral.

Los etarras intercambian teléfonos con los de Interior de aquí y del vecino país, que debe de ser para quedar a tomar unos chiquitos en Bayona o en alguna de las “Erriko tabernas” de Garzón, o así.

Mientras, los benjamines de Cataluña se hacen un lío en el vestuario con las cintas de las botas –los niños, ya se sabe- y cuando saltan al campo ya han acabado de tocar el Himno Nacional de España, “¡mecachis en la mar!”. Y después, Joan Laporta, de premio, los lleva a la Feria del Turismo de Barcelona y les regala un folleto en el que España aparece entre los países extranjeros. Todo por la Patria.

 

Y es que es el mundo al revés. En Leganés los guardias se ponen “moraos” a firmar multas y hacen una huelga a la japonesa –que ya la podían hacer a “la china” como los guardias civiles- y en Marbella detienen a tres notarios. En una de estas hay que ir a firmar la hipoteca del piso a la cárcel de Alhaurín.

Los muertos que vos matáis gozan de buena salud. Pues esa especie de Frente Popular que han montado el Partido Socialista e Izquierda Unida, se va a dedicar a eso de la memoria histórica y nos vamos a enterar de lo que valía un peine en el año 36, que igual eso puede ser una buena pregunta para el próximo político al que lleven al programa de Milá: “A ver, señor fulanito, ¿cuánto valía un peine en el año 36?”. Y el político quedará fatal si no lo sabe. Claro que algunos saldrán con ventaja porque seguro que tendrán algún abuelo que en el 36 se peinaba. Todo sea por la concordia nacional, que ha dicho López Garrido.

Y es que ya no se puede fiar uno de nadie, ni siquiera para crispar, que ya sólo nos quedan, además de Stoichkov, José Blanco y, si acaso, Llamazares.

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