Los climas los carga el diablo

Tengo yo un amigo que se refería a la madre de su futura mujer como su pre-suegra. Tenía su gracia. Ahora, que ya se ha casado, los amigos le seguimos preguntando por su pre-suegra, aunque ahora ya sea su suegra.

Es lo que tienen los “dichos ingeniosos” que después no es fácil quitárselos de encima.

No sabemos sin con consigna o sin ella. Si por casualidad o “a tiro hecho”, ciertos sectores de la “ex-política” o del “espectro mediático” han dado en decir y en hablar de un “clima de pre-guerra” y de una situación “pre–bélica” y de “advenimiento” de guerra civil.

Polanco y Felipe González sabrán por qué lo hacen y los blancos, las de las vegas y los lópeces garridos, sabrán por qué se suman al coro de los profetas. El problema está en que la ciudadanía acabe por convencerse de que es verdad, de que estamos al borde de la guerra civil.

Las batallas pre-electorales tienen eso. Todos se creen en la obligación de salir “por peteneras” y apretar las clavijas al adversario. Es de libro que no hay que convencer a quienes nunca nos votarían, sino que lo que hay que hacer es afianzar a quienes sí nos van a votar, y parece que el camino es ese: la crispación, la amenaza y el presentar una situación cercana a la del Apocalipsis.

Como en la actual coyuntura política de España es difícil pedir cordura a los políticos, habrá que dirigirse a los ciudadanos y procurar dejar las cosas en su sitio. Lo malo es que también los medios de comunicación -que serían los llamados a hacer esa labor- están al “borde de la guerra civil”. Nunca ha habido, como ahora, una situación tan claramente dividida en los medios. El “ellos y el nosotros” -que puede ser normal en política- se ha trasladado a la prensa, la radio o la televisión y los votantes participan, casi sin darse cuenta, de esa fragmentación en dos bandos y, si hay bandos, ¿por qué no hablar de clima de guerra de civil?

Quienes se quedan en la equidistancia, además de ser los menos, son los “tontos” de la fiesta. Hay que estar en un lado o en otro y eso, que para la política no es bueno pero puede ser lógico, para los medios de comunicación ni es bueno ni es lógico.

 
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