Día de la Constitución: Francina en el país de las maravillas

El presidente del Senado, Pedro Rollán; la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada al acto de homenaje a la Constitución.
El presidente del Senado, Pedro Rollán; la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada al acto de homenaje a la Constitución.

Debería saber Armengol que nuestra Constitución no será la más longeva el año que viene que cumplirá 46 años (suponiendo que para entonces Sánchez no se la haya cargado) porque, pese a la ignorancia de Armengol o de quienes le hacen los discursos, la Constitución de 1876, la de la Restauración de Cánovas, permaneció vigente 47 años, hasta que la hizo añicos la dictadura de Primo de Rivera en 1923.

Armengol o da un mitin, como el de la “fiesta” de comienzo de la legislatura, o da el mitin. 

En los actos del Día de la Constitución en la Carrera de San Jerónimo, Armengol ha dado el mitin y ha pronunciado un discurso tendencioso y sesgado además de almibaradito, amaneradito y ridiculito, pero sobre todo fantástico. 

Aunque no ha podido zafarse de la falsilla que impone Sánchez, que para eso la ha nombrado, ha querido tirar por elevación y se ha fabricado un  país que solamente ella conoce (aparte de la cosa de la cantante que parecía Amalia Rodrigues y que, maravillosa voz aparte, ante los arrobos de las ministras y de Pumpido, convierte en un fado todo lo que versiona, ya sea Serrat o Aute) un país, en el decir de Armengol, en el que reina la concordia, el entendimiento entre las distintas ideologías, el bienestar económico y social, la solidaridad y, por supuesto, lo verde y lo feminista. 

Según Armengol hay que seguir en la misma línea porque vamos muy bien o sea de “PU-MA”,  que diría mi portero. 

Fantasea Armengol con un país maravilloso en el que los políticos ni siquiera se saludan, la convivencia es una entelequia, la delincuencia crece, hay miles de niños en el umbral de la pobreza, el paro es pavoroso, las cifras económicas están a la cola de Europa, las empresas huyen, los impuestos asfixian a las clases medias, los estudiantes rozan la “analfabetización” y la democracia está dando boqueadas -no se sabe si son las últimas- porque Sánchez se dedica a pisarle el tubo de la separación y del equilibrio de poderes.

Pero “maravillas” aparte, lo que debería saber Armengol es que nuestra Constitución (que la emociona y le quiebra la voz hasta el borde de las lágrimas, al mencionar al gran y universalmente conocido poeta de su tierra, Mariano Villangomez) no será la más longeva el año que viene que cumplirá 46 años (suponiendo que para entonces Sánchez no se la haya cargado) porque, pese a la ignorancia de Armengol o de quienes le hacen los discursos, la Constitución de 1876, la de la Restauración de Cánovas, estuvo vigente durante 47 años, hasta que la hizo añicos la dictadura de Primo de Rivera en 1923.

Pero lo principal que no debería desconocer Armengol, es que la Constitución -la de ahora e incluso las anteriores- nada tienen que ver con la Carta Magna. Por mucho que se use el tópico y se la tache de Carta Magna, la Carta Magna es otra cosa y una presidenta del Congreso no debería caer en ese lugar común. La Carta Magna es una “carta otorgada” (asesores de Armengol, consultar lo que significa una “carta otorgada”) que, como tal, es una concesión de derechos de quién ostenta un poder absoluto.

La Carta Magna es una “carta otorgada” en el año 1215 por el Rey Juan I de Inglaterra al sublevarse parte de la nobleza, por lo que se vio obligado a hacer concesiones.

 

Armengol debería, como cualquier aprendiz (PISA mediante), diferenciar una “carta otorgada” de una constitución democrática, aprobada por la mayoría de los ciudadanos en una votación libre y no usar en vano el apelativo de Carta Magna para referirse a la Constitución Española.

La carcajada: Como no podía ser de otra manera (que diría un cursi) ya se nota la presencia de una proba profesional de la medicina. Ante los fríos invernales, el ministerio del ramo, ha publicado una serie de recomendaciones para los ciudadanos entre las que figura: “Respirar por la nariz y no por la boca”.

Y es que la que sabe, sabe.

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