La gran mentira

La cabalgata de Reyes en Madrid es otro paso adelante de Manuela Carmena en su perversidad. Dejemos de una vez las bromas y no califiquemos de ocurrencias lo que son actuaciones perfectamente medidas para lograr los objetivos previstos y que pasan, en el caso de los Belenes y de la cabalgata, por descristianizar la sociedad, por desterrar todo símbolo religioso y por ocultar verdades que para muchos, en este caso madrileños, forman parte de sus creencias y de su sentido de la vida.

Ni cortinas de baño, ni cutrez, ni esperpento, simplemente el propósito de manipular a nuestros hijos, de engañar a los más pequeños que es una de las formas más abyectas y miserables de manipulación.

La cabalgata fue toda ella una gran mentira. Fue un enorme disfraz que ocultaba, tergiversaba, falseaba y disimulaba la esencia de una realidad y de la propia razón de ser de la conmemoración.

Mentira y falsedad dirigida a los más pequeños que no entienden ni de odios, ni de revanchas, ni de rencores y a los que se les hurta la verdad y la realidad, el por qué de la cabalgata de los Reyes Magos, el por qué de los regalos y de las razones que hay para celebrar un acontecimiento desde hace siglos.

Dice Carmena que se respetó la tradición. Mentira. Desgraciadamente la única tradición que se respetó fueron los caramelos. Pobre bagaje para justificar la gran mentira.

Hubiera sido mucho más noble que el Ayuntamiento de Madrid no hubiera organizado nada; que Carmena hubiera tenido la valentía de quitar de un plumazo la cabalgata y que no hubiera gastado un euro. Más noble que engañar, que robar a los niños la realidad y manipular tradiciones, mentir y disfrazar realidades. Pero en Carmena la maldad pesa más que la nobleza.

Lo dijo Carlos Herrera en su programa: ‘Quitad vuestras sucias manos de las cabezas de los niños’.

 
Comentarios