LIBERTAD con mayúsculas y en singular

Ilustración del Quijote.

La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar. Por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida. (Miguel de Cervantes)
Los políticos han estado en campaña y cada uno ha aireado sus propias demagogias. Hablan de democracia, de soberanía nacional, de progreso, de derechos humanos, de deberes de los ciudadanos, de solidaridad y hasta de igualdad, pero hablan poco de LIBERTAD y mucho menos afirman que todas las anteriores aseveraciones, del tipo que sean, tienen como único origen la LIBERTAD del ser humano y ninguna de ellas es posible si no existe esa LIBERTAD que está por encima de todas ellas.
Se trata de una serie de conceptos válidos para la convivencia de cualquier sociedad, pero que resultarían vacíos de contenido si no estuvieran, todos y cada uno de ellos, sostenidos y defendidos por la LIBERTAD y tuvieran su razón de ser en la LIBERTAD.
La LIBERTAD es y está en la esencia del ser humano. Un hombre que no es libre no es tal hombre y mucho menos es poseedor de ningún tipo de derechos puesto que todos ellos emanan precisamente de su condición de ser libre.
Nadie, nada, ni siquiera una ideología, da al hombre la LIBERTAD y ningún poder, por democrático que sea y por muy respaldado que esté por una mayoría, puede quitársela.

Por eso es necesario dejar claro que cuando se legisla en función de lo que aprueba una mayoría -que además puede estar más o menos viciada de origen- esas leyes pueden atentar contra la LIBERTAD y entonces no se trata de defender libertades con minúscula y en plural, sino de defender y luchar por la LIBERTAD con mayúsculas y en singular.

Leyes como las del aborto y la eutanasia, la enseñanza, las que atañen a la propiedad privada y a la empresa, las que pretenden regular hasta el más mínimo detalle la sexualidad de los individuos, las que cercenan de raíz los derechos y las libertades de los padres y de la familia, las que atentan
contra la libertad de expresión y de información, las que atacan la creación de riqueza, las que ignoran la voluntad de empresarios y trabajadores a la hora de regular las relaciones laborales o las que solapadamente pretenden imponer formas de pensamiento desde cualquier punto de vista, aherrojan al ser humano privándole de su atributo más esencial: La LIBERTAD. 
En las leyes elaboradas en la actual legislatura -esas que se han dado en llamar de ingeniería social porque transforman la propia sociedad- subyace un claro ataque a la LIBERTAD del ser humano.
Cuando se restringen o se suprimen derechos, se está atacando a la LIBERTAD.

Cuando se “tocan” aspectos fundamentales que sostienen la convivencia de una sociedad, se está atacando a la LIBERTAD.

Cuando se regulan los más mínimos detalles de las vidas privadas y de la vida en común, se está atacando a la LIBERTAD.
Cuando en una gestión pública prima la tendencia a prohibir y a regular la vida personal de los individuos, lo que hay que producir, lo que hay que consumir, lo que hay que ganar, los hijos que hay que tener, la enseñanza que se debe recibir, lo que se debe pensar, cómo hay que divertirse o lo
que hay que comer, se está atacando a la LIBERTAD porque se está creando una sociedad monstruosa, que está asustada, mediatizada, amenazada, dirigida y, en definitiva, empobrecida intelectualmente, ayuna de espíritu crítico y condenada a ser prisionera de las mayorías que se
dicen democráticas.
Se confunde LIBERTAD con democracia y democracia con elecciones, con votos y con mayorías.

Lo grave es que en los regímenes autoritarios -por muy democráticos que se reputen y por muy sostenidos que estén por mayorías parlamentarias- los autócratas, hacen, de acabar con la LIBERTAD, uno de sus objetivos y ponen el énfasis en libertades accidentales y más que discutibles que, sin la LIBERTAD, no tienen razón de ser y ni siquiera tienen viabilidad.
Un hombre libre, realmente libre, con la LIBERTAD esencial, siempre será un obstáculo insalvable para los totalitarismos. Por eso se ha afirmado que un ser humano puede ser libre aunque está encadenado.
Esa privación de libertad puede hacerse por la fuerza, por la imposición de una ideología única o por la coartada que supone una mayoría elegida en una supuesta democracia.
Cuando una ley es injusta y atenta a la LIBERTAD, no se convierte en justa por el voto de la mayoría y si se desenmarañase la madeja de leyes, decretos, órdenes, mentiras, promesas, entelequias… con las que en los pasados cinco años, se ha pretendido enredar a los españoles, quedaría al
descubierto una realidad miserable que trata de cercenar libertades, para hacer desaparecer la LIBERTAD.
Cuando el hombre empieza a vivir en sociedad, cede parte de sus libertades, pero conserva intacta su LIBERTAD y con esa LIBERTAD -en frase de Alfonso X el Sabio- todos hacen las leyes que regulan asuntos que a todos atañen y que todos deben acatar.
Y esas leyes tienen un límite que ni el mismo individuo puede traspasar y mucho menos desconocer: La LIBERTAD del ser humano.
Aquellos que cederían la libertad esencial por una pequeña seguridad temporal, no merecen ni seguridad ni libertad. (Benjamin Franklin)

 
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