No lo merecemos

Eso de merecer o no merecer lo dicen mucho los políticos. Desde aquel que decía que no nos merecemos un Gobierno que nos mienta hasta el que afirmaba que tenemos lo que nos merecemos, etc, etc.

Posiblemente cada quién tenga su parte de razón y a algunos les parecerá que se lo merecen y a otros que no, pero en lo que casi todo el mundo estará de acuerdo es que lo que nadie se puede merecer es este trasiego de acusaciones, de querellas, de papeles, de fotocopias, de declaraciones, de silencios, de verdades, o de mentiras.

Alguien debería poner orden en ese caos y comenzar a trabajar seriamente en los problemas que tiene España que, aunque Montoro lo niegue, van más allá de lo económico.

Es muy posible que tenga que ser el poder judicial, el que ponga coto a tanto desmán y, a través de jueces y magistrados, coloque las cosas en su sitio. Pero unas declaraciones, hechas de pasada, diciendo eso tan manido de 'la judicialización de la política' no nos vale.

En todos los sitios cuecen habas y en todos los países hay corrupción, hay mangoneo y el que puede y no tiene demasiados escrúpulos hace de su capa, o de la capa de los demás, un sayo, pero la diferencia de España –el Spain is diferent es más que un eslogan turístico- estriba en que aquí no hay consecuencias. El tomar medidas, el hacer causa común de lo que lo merece, la transparencia, la honradez y hasta las dimisiones de quienes están en la cosa pública, no van con nosotros.

Ante este panorama, no nos queda más que el recurso del pataleo o, más concretamente, que pataleen jueces y magistrados.

Lo que pasa es que algunos jueces y magistrados tampoco son un horno que inspire confianza para hacer bollos.

 
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