Puigdemont: El difunto es un vivo

(I-D) La presidenta de Junts, Laura Borràs; el secretario general de Junts per Catalunya, Jordi Turull; el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la diputada de Junts, Miriam Nogueras, a su llegada al Parlamento Europeo.

Cuando el eurofugado en el euromaletero era un eurocadáver político, llegó Sánchez cargado de miserias, e hizo sus necesidades en Bélgica. Sus necesidades, se entiende de escaños para conseguir renovar el alquiler gratuito en La Moncloa y esas necesidades se las cubría el difunto. 

“El difunto es un vivo”, la comedia de Prada e Iquino que tan magistralmente interpretó Paco Martínez Soria, se queda en nada ante la resurrección política de Puigdemont a impulsos de Sánchez.

El Puigdemont que deambulaba cheposo, casposo y con peluquín natural, por Bruselas con la carga de imputaciones, órdenes de búsqueda, amenazas de detención y con el fantasma de las esposas rodeándole las muñecas y que estaba muerto política y civilmente de cara a la sociedad y sin esperanzas de vuelta, encontró en un recodo de Waterloo a un Sánchez necesitado y vio el cielo de la frontera abierto de par en par.

Cuando el eurofugado en el euromaletero era un eurocadáver político, llegó Sánchez cargado de miserias, e hizo sus necesidades en Bélgica. Sus necesidades, se entiende de escaños para conseguir renovar el alquiler gratuito en La Moncloa y esas necesidades se las cubría el difunto. 

Pero el difunto ha resultado un vivo, un vivales, un listillo y, como dice mi portero, un “espabilao y un desahogao”, vamos lo que es un freso, vulgo frescales.

Se fugó de noche, y sin esperar un minuto, tras la proclamación de su república, engañando a todos, incluso a los más conspicuos de su entorno, en una fuga preparada de antemano, con un destino bien estudiado de cara a posibles extradiciones y se escapó, mientras sus compañeros de delitos daban la cara e ingresaban en prisión y mientras esos compañeros hacían gimnasia en la cárcel y paseaban por los patios enrejados y aguardaban su turno en los comedores y en las duchas comunes, el eurofugado, vivía como un pachá en un palacete belga, rodeado de comodidades y hasta con guardaespaldas pagados con dineros del común, parapetado en una inmunidad proporcionada por los paniaguados del Parlamento Europeo.

Y ahora, tras hacer Sánchez sus necesidades -de escaños, se entiende- en Bélgica, el eurofugado se beneficia de una amnistía hecha a su medida, marca plazos, señala ámbitos, ningunea a los mensajeros de La Moncloa, dicta resoluciones al Tribunal Constitucional y, a poco que se “emboben” los electores catalanes, volverá a ser presidente de la Generalidad.

Sánchez, que ha enterrado políticamente a tantos y que tantos cadáveres políticos ha dejado en las cunetas de Ferraz y de La Moncloa, ha desenterrado a Puigdemont, por 7 escaños.

Y además de resucitarlo le va a dejar bien colocado.

 

Claro que, previamente, si nadie lo remedia, Puigdemont le va a dejar colocado a él.

La carcajada: Causa hilaridad el requerimiento del comisario de Justicia europeo, Reynders, para que le expliquen lo de la amnistía. Y es motivo de más hilaridad, la respuesta de Bolaños que, haciendo de Bolaños, dice no saber nada porque eso “es cosa de los grupos parlamentarios”. Y produce más hilaridad aún, el que algunos españoles e incluso comentaristas políticos,  esperen que Bruselas haga algo al respecto.

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