Un sistema político en el que algo falla

Miriam Nogueras, diputada y portavoz de Junts.
Miriam Nogueras, diputada y portavoz de Junts.

Ahora -cuando se habla y se especula tanto sobre la necesidad de revisar la Constitución y hasta se aboga por el cambio de la forma de Estado y por encima de los hechos bochornosos que se están produciendo- España debería reflexionar sobre la idoneidad del sistema que los permite. 

Llegar a gobernar mediante una moción de censura sospechosamente fundada en dictámenes más que dudosos.

Mentir sobre la convocatoria inmediata de elecciones tras esa moción de censura.

Falsear, engañar y  concluir pactos que se han ocultado en los programas de partido.

Hacer campañas electorales engañosas y falaces. 

Declarar como única y última instancia de legitimidad democrática, las mayorías conseguidas en el Congreso de los Diputados mediante alianzas postelectorales no declaradas previamente. 

Amenazar a jueces y tribunales. 

Indultar a delincuentes sin más justificación que intereses personales. 

Hacer nombramientos derivados del amiguismo y la sumisión.

 

Imponer el control a los medios de comunicación cercenando su independencia.

Pactar coaliciones alejadas del bien común.

Mentir sin que se deriven consecuencias políticas.

Fagocitar a las instancias de control.

Convertir el Poder Legislativo en un instrumento al servicio de quien detenta el Poder Ejecutivo.

Firmar convenios ocultos a espaldas del Legislativo y fuera de cualquier control parlamentario.

Tergiversar y manipular, de cara a la opinión pública, los resultados electorales. 

Gobernar sin haber ganado las elecciones.

Poner constantemente en cuestión la forma del Estado, la Monarquía y la Corona.

Permitir continuos ataques a la unidad de la Nación.

Poner en almoneda principios éticos y morales que han presidido y presiden la civilización occidental y son  la razón de ser de Europa.

Gobernar contra media España construyendo muros en dependencia de quienes quieren destruirla y no se sienten, ni quieren ser, españoles.

Por todo ello urge reexaminar el sistema. Porque:

Un sistema que permite colonizar un país a base de votaciones mentirosas y viciadas en origen.

Un sistema que no penaliza de forma inmediata la mentira en la política.

Un sistema en el que es posible hacer caso omiso y transgredir las sentencias de los más altos tribunales de la nación.

Un sistema que tolera el enfrentamiento entre los ciudadanos.

Un sistema que sustenta la toma de decisiones y la conclusión de acuerdos fuera del ámbito parlamentario.

Un sistema que consiente una democracia castrada, basada única y exclusivamente en el sufragio y que excluye el equilibrio de poderes, los contrapesos y la rendición de cuentas de quienes gobiernan.

Un sistema que admite el ataque constante a la lengua común de todos los españoles.

Un sistema que cede ante el ataque continuo a la familia y a los derechos de los padres y de los ciudadanos que recoge la Constitución, privándoles de libertades fundamentales, tales como las de expresión o de manifestación, con prohibiciones y amenazas.

Es un sistema en el que algo falla.

Ahora -cuando se habla y se especula tanto sobre la necesidad de revisar la Constitución y hasta se aboga por el cambio de la forma del Estado, por encima de los hechos concretos, bochornosos e intolerables que se suceden cada día- España debería reflexionar sobre la idoneidad del sistema que los permite. 

Porque algo falla en ese sistema cuando -con más o menos precariedad- más allá de los fallos de ejecución y de su legal y constitucional, desenvolvimiento práctico, se otorga, carta de naturaleza democrática, como reflejo de la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, a todas las acciones políticas de un gobernante por antidemocráticas y arbitrarias que sean.

La carcajada: Dice Alegría, portavoz del Gobierno de Sánchez: “Ni la propaganda ni la mentira, solucionan absolutamente nada. La gente quiere gestión.

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