Civismo en agosto

            No nos ha sorprendido la noticia de que dos personas llegaron a las manos en Cullera, en la provincia de Valencia,  por disputarse un lugar donde colocar su sombrilla en la playa, y tuvo que intervenir la Policía Local.  No eran jóvenes, sino mayores de 70 años.  Penoso. En Cullera – como en tantas playas- no se puede acceder hasta que acaban su tarea los servicios de limpieza. Se van congregando turistas a primera hora para reservar un sitio en la playa.  Es respetable, pero la pelea ha puesto de manifiesto la tensión extendida por obtener un buen sitio en la arena, y que el civismo veraniego afecta a jóvenes y mayores.

Son días de descanso para muchos, pero también de trabajo para otros muchos, entre los que una parte no disfrutan de vacaciones en todo el año, o apenas unos días. Todo esto hay que tenerlo en cuenta en agosto.

Las prisas, el calor,  el tráfico, los viajes, los niños en la casa y un conjunto de circunstancias hacen que afloren tensiones en situaciones cotidianas que ponen a prueba el civismo de las personas. Y en carreteras secundarias los abundantes ciclistas, a las horas de menos calor, que obligan a ciclistas-peatones-conductores a tener en cuenta lo que perjudica a unos u otros.  Las calurosas noches, las horas de descanso, las fiestas y la música pueden ser ocasión de respeto o de egoísmo, disfrazado de muchas maneras, como “espontaneidad”, “cada uno hace lo que siente  o le atrae”, y un largo etcétera.

            Si se suele decir que “en la mesa y en el juego se conoce al caballero”, también cabe afirmar que en el modo de descansar se conoce a las personas. Para algunos, supone olvidarse de los demás y buscar lo que a uno le apetece, aunque sea a costa de perros que pasean sin control, fiestas nocturnas que impiden conciliar el sueño en horas razonables, o actividades en la playa que no tienen en cuenta el respeto a los demás.

 A algunos habría que recetarles algún calmante, porque están irascibles cuando conducen, cuando hacen fila para ducharse en una playa o tienen que soportar algún atasco de tráfico. Y en algunos casos parece predominar el “todo cabe, salvo lo prohibido por la autoridad local”, con lo que el civismo deja de ser una exigencia personal, y sólo concibe las “multas”. Por el contrario, cuando coincidimos estos días con personas serenas y respetuosas, cívicas en el fondo y en la forma, lo agradecemos.

            El civismo es un conjunto de cualidades que deben estar presentes todo el año, pero  un poco más en agosto. La educación y el civismo no se improvisan, requieren un esmero habitual, no sólo en las vacaciones.  Responsabilidad de todos, no de la policía solamente.

 
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