La baza de Rajoy

Por el contrario, otros candidatos – Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias – no pueden esgrimir experiencia de gobierno, porque no la tienen, y este dato puede darle a Rajoy esa porción de votos que le lleve a ganar con una mayor holgura que la que predicen diversas encuestas.

Pedro Sánchez está más que discutido en el PSOE, y todo el mundo sabe que se la juega el 20-D, con Susana Díaz al acecho y otros barones socialistas. Además, Sánchez no logra un mensaje uniforme, que sigan los demás líderes socialistas, por lo que resulta incierto para un sector de votantes depositar su voto a favor del PSOE.

Albert Rivera tiene en su haber que está dando una lección de comunicación política, sobre todo si se compara con las deficiencias que muestra el PP desde hace décadas, que no acierta a “vender” lo que hace. Rivera aporta frescura, descaro, innovación. Se nutre de exvotantes del PP, incluidos algunos que echan en cara a Rajoy que ha traicionado valores, pero esos mismos posibles votantes de Rivera están desconcertados, por ejemplo, cuando Rivera afirma que está en contra de la enseñanza concertada, de la libertad de enseñanza, que está tan consolidada en España.

Pablo Iglesias va cambiando continuamente su programa, y su grave error de rechazar el pacto antiyihadista denominándolo “venganza” es la penúltima pifia. Su programa se presenta, en algunos aspectos, idílico, pero los españoles saben bien que los niños no vienen de París, y que – al igual que Pedro Sánchez – cifra sus planes en un aumento de impuestos. Y sobre Cataluña propone un referéndum vinculante, otro error.

Rajoy ya ha empezado a explotar su baza de la experiencia, expresando el lunes pasado que no es bueno para España que lleguen al Gobierno personas a aprender. Con esa frase retrata al trío Sánchez-Rivera-Iglesias, sin utilizar lógicamente la palabra “experiencia” como un dato a su favor, que en la calle ahora muchos reconocen, y que puede llevar a un sector de la población a votar al PP aunque sea “tapándose la nariz”, porque querrían echar de la Moncloa a Rajoy, pero a la vez no quieren a ninguno del trío mencionado.

El PP tiene grandes agujeros para el 20-D, entre los que destacan los menores de 30 años – incluidos los nuevos votantes – y los desempleados. Muchos jóvenes manifiestan afinidad y apoyo a Ciudadanos o Podemos. La elevada emigración de jóvenes a otros países por no tener ocasiones laborales en España pesa, y mucho, además de una imagen nada atractiva de Rajoy para ese sector de la población.

Respecto a los desempleados, Rajoy debería anunciar en la campaña un subsidio de desempleo nuevo para todos los que ya han agotado todos los subsidios existentes. Incluso un subsidio que, cíclicamente, puedan solicitar los desempleados si no logran empleo, porque la actual situación es grave, injusta y se debe ayudar a esas personas.

Ya que la situación económica española sigue mejorando, lo que los españoles queremos ver es que el Gobierno invierte buena parte de esa mejora en los jóvenes y en los desempleados. Estas medidas, junto a la experiencia de Rajoy, tendrían una gran acogida entre los descontentos del PP, que ya consideran agua pasada la corrupción en el partido y que se dan cuenta de que, a la hora de defender valores y derechos, tal vez el PP los garantiza más que alguna de las formaciones políticas emergente, como es el caso de Ciudadanos.

Si el PP se decidiera a mejorar la comunicación de una vez por todas, si anuncia medidas concretas dirigidas a los jóvenes y a los desempleados ahora sin prestaciones, se comprobaría de otro modo que la experiencia de Rajoy le sirve para reconocer errores y captar el clamor de la calle.

 
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