Pedro Sánchez es muy coherente

Pedro Sánchez, presidente en funciones del Gobierno de España y próximo presidente elegido si nada extraordinario lo remedia, es muy coherente. Sé que más de uno, al leerlo, se indignará, tal vez dejando de leer estas líneas. Le animo a que tenga un poco de paciencia y las lea, porque muchas veces las reacciones primarias traicionan, o no dejan ver el trasfondo.

Si acudimos al Diccionario, coherente es quien actúa en consecuencia con sus ideas. En sí misma, la coherencia no es un valor positivo, aunque a veces nos empeñemos en verlo como virtud.

Se puede ser un avaricioso coherente, un glotón coherente, un iracundo coherente, un vago coherente y hasta un sádico coherente. Depende de las ideas de cada uno, llevarlas a cabo hasta el final no es virtud, sino un empecinamiento nefasto en labrar un círculo vicioso, en vez de cambiar las ideas.

Hace ya años que sabemos – y nadie puede alegar ignorancia – que Pedro Sánchez tiene una única idea: llegar al poder y seguir en él. Es tan ambicioso que todo lo supedita a esa idea, aunque sea abucheado en los actos y por las calles, porque sencillamente la mayoría de los españoles no está de acuerdo con su idea de seguir en La Moncloa aunque sea una vergüenza continua, dentro y fuera de nuestras fronteras.

Tal vez el más contundente entre los socialistas es Felipe González, que a su edad no espera nada políticamente hablando y se manifiesta una y otra vez en contra de la amnistía. No es el caso de Page y Vara: dicen algo, amagan… pero han optado por bajar la cabeza, o sus compañeros del PSOE les han dado hasta acallarlos, porque el pesebre atrae a muchos más de los que pensamos, se esté de acuerdo o no con las ideas. 

Esa coherencia de seguir en la poltrona está muy extendida entre nuestros políticos, y así se comprueba ahora con la anunciada amnistía, con una investidura de Pedro Sánchez que le lleva a una sonora carcajada a la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, al ser preguntada en rueda de prensa. Que algo tan grave como lo que está llevando a cabo Pedro Sánchez provoque una risa tonta es todo un síntoma. Pero que un país como España permita esta barbaridad es para reflexionar.

Las redes sociales arden estos días – y hace tiempo – reproduciendo discursos o intervenciones variopintas en que afirmaba que no pactaría con independentistas ni aprobaría una amnistía. 

Si algo hemos aprendido los españoles es que su ambición no tiene límites, y votarle a él es votar a un ambicioso de poder sin límites. Como a la mentira la considera un cambio de opinión según las circunstancias para seguir en el poder, por mucho que nos empeñemos no admitirá nunca que miente: simplemente, se adapta a los resultados electorales del 23-J, y por eso pacta con filoetarras, golpistas e independentistas.

Cuando Pedro Sánchez aseguró a la Princesa Leonor, el pasado martes, lealtad del Gobierno, varios diputados y ministros ni estaban en el acto, a la vez que la ministra Ione Belarra aseguraba que haría todo lo posible para que no reine Leonor. ¿Qué lealtad se puede esperar de un Gobierno sin principios, o mejor dicho con el único principio de Pedro Sánchez de seguir en el poder? La única lealtad es él mismo, su ambición.

 
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