Cuidado, periodista suelto

El suceso lo ha vivido de primera mano el corresponsal del diario El País en Washington, David Alandete, que lo ha relatado en su blog. A las seis y media de la tarde del pasado martes, recibió en su ordenador el citado aviso, que decía textualmente:

Up to 30 Dismembered Bodies Found Near Houston, Reuters Reports. Authorities in Texas said Tuesday that they had found up to 30 dismembered bodies, including children, buried at a house in a rural county east of Houston, local media reported. Read More: http://www.nytimes.com/?emc=na El New York Times adelantaba la exclusiva citando, como se puede ver, a la prestigiosa Agencia Reuters. Ya saben: servicio de noticias, también de ámbito financiero, con 150 años de existencia, sede en el Reino Unido y presencia en 200 ciudades de 94 países. Vamos, un referente del periodismo internacional.

Inmediatamente, el periodista español se puso manos a la obra. Llamó a su jefe inmediato, le puso en antecedentes… pero se llevó una sorpresa: éste le recomendó prudencia. ¿Prudencia? Sí, prudencia.

“¿Cuál es la fuente original de la información?”, le preguntó. El periodista no pudo responder porque, efectivamente, no se citaba por ningún lado el origen de la revelación. No había testimonio de ningún oficial, ni de un modesto policía local, ni de un testigo, ni de un investigador… A lo máximo que pudo llegar es al relato de… unas televisiones locales.

A primera hora del día siguiente, la historia comenzaba a perder vigor. El sheriff acababa de desmentir que se hubieran encontrado unos cuerpos. Pero vean la nota de aquí debajo: Reuters seguía insistiendo.

En esta alerta de la agencia se puede comprobar el sudor frío que comenzaba a entrarle al periodista que había lanzado la exclusiva. Hasta parecía indignado al escribir: “aún no se han encontrado los cuerpos”. Al propio David Alandete le escamó el tono que empleaba el redactor. La policía tenía obligación de dar con esos restos, claro, porque Reuters había informado de ello.

Pero la realidad era otra. Lo que había pasado era que un sheriff de Texas había declarado a la televisión local KPRC que estaban buscando cuerpos en una casa. Los reporteros del canal recogieron algunos testimonios y dieron con uno que fue determinante para ellos. Un agente declaró: “había sangre en la puerta trasera y olía a descomposición”.

¿Sangre? ¿Descomposición? Alerta a todas las unidades: restos humanos en una casa de la localidad. Demasiadas prisas, demasiadas deducciones.

Máxime si, como se pudo comprobar después, la alerta policial había sido provocada ¡por una vidente! La médium había llamado en dos ocasiones a los agentes locales bastante alterada y les había revelado que en aquella casa había 30 cuerpos sepultados. Palabra de adivina.

 

O sea, que esta había sido la secuencia de los hechos: vidente – policía – cadena de TV local – Reuters – New York Times – Correo de miles de personas, incluidos cientos de periodistas. Así se escribió esta historia.

Lo más triste del caso es que todos los medios involucrados han hecho desaparecer o han modificado sus textos para borrar el grave desliz. Ninguno ha incluido siquiera una nota de disculpa.

Cuentan que Walter Cronkite, el mítico presentador de las noticias de la CBS, perdió uno de sus primeros trabajos como periodista tras una disputa con un superior. Le contrató una cadena de Kansas City, que lo puso detrás de una cámara, presentando.

Un día, se le acercó visiblemente alterado el director de su programa. Quería que saliera inmediatamente en antena, para dar un avance informativo sobre un tremendo incendio que estaba devorando el Ayuntamiento de la ciudad y que ya se había cobrado varias vidas. Ahí es nada.

“De acuerdo”, dijo Walter, y se dirigió con determinación hacia el teléfono más cercano. “¿Pero no te he dicho que vayas a maquillarte, que en un minuto sales en antena?”, le interpeló su jefe. El periodista le dijo que sólo iba a llamar a los bomberos para recabar todos los datos y asegurar la historia.

-- “No necesitas confirmarla –le espetó su director-, ¡mi mujer está allí viéndolo todo!”.

El joven Walter Cronkite, el periodista que falleció hace dos años con la vitola de haber sido el hombre en el que más confiaban los norteamericanos, apartó educadamente a su interlocutor y se fue directo hacia el teléfono. No hubo reproches, ni amenazas. No había tiempo.

El director del espacio decidió salir él mismo en directo y dio la noticia exclusiva de un incendio inmenso… que no era tal. Cronkite pudo constatar por sus fuentes que todo se había magnificado: en el consistorio se había producido un pequeño fuego, que ya estaba controlado y que ni siquiera había provocado heridos.

El periodista perdió su trabajo pero no se equivocó. Aquel día siguió forjando una trayectoria profesional públicamente admirada por sus colegas.

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