Sánchez, el nuevo flautista de Hamelin

Pere Aragonès y Pedro Sánchez.
Pere Aragonès y Pedro Sánchez.

Decía Dwight Eisenhower, uno de los militares más célebres de la historia estadounidense y uno de sus más reconocidos presidentes, que “el liderazgo es el arte de conseguir que alguien haga algo que tú deseas, porque él quiere hacerlo también”. Esto es, precisamente, lo que ha logrado Pedro Sánchez con gran parte de los votantes socialistas.

Según una encuesta de Sigma Dos, un 40%, de los ciudadanos que votaron al PSOE el pasado 23-J opina que no se deben aceptar las exigencias del secesionismo y prefiere repetir los comicios. Pero eso no es lo destacable, sino lo coherente. Lo verdaderamente aterrador es que un 41,6% de esos mismos votantes socialistas prefieren aceptar las peticiones de los independentistas antes que acudir a las urnas de nuevo. De auténtica locura. El trilero lo ha hecho de nuevo. Un nuevo y sorprendente truco de magia. O de hipnosis, ya ni se sabe.

Sánchez está ejerciendo de flautista de Hamelin en pleno siglo XXI. Al son de su flauta, que cambia de melodía según sople el viento o le venga en gana, un muy nutrido grupo de socialistas le sigue como si del propio Mesías se tratase. Pero cuidado, porque el cuento del flautista no acaba bien para quienes siguen al líder. Según la leyenda, el flautista tocó su instrumento y, con su melodía, consiguió atraer todas las ratas y conducirlas hasta un río, donde acabaron ahogadas. El problema es que en este escenario no se ahogarían solamente los que le siguen. Sino todos los españoles.

Miguel Ángel Rodríguez Caveda es periodista, ganador de tres premios Emmy y presidente de la consultora internacional de comunicación 3AW.

 
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