El chau-chau prolifera

Cada vez resultan más difíciles de entender esas frases como: ‘volver a sumar transversalidad’, ‘construir una alternativa que trascienda los intereses de las siglas’ o ‘emprender otro tipo de políticas más horizontales y pegadas al ciudadano’. Es como ‘la nueva normalidad’, que si es nueva, no es normal; y si es normal, no es nueva. Lo transversal es “lo que está atravesado de una parte a otra, de manera perpendicular” interrumpiendo el camino; y un personaje atravesado o transversal, es el que “tiene mala intención o mal carácter”.

Es muy llamativo el intento de hablar y hablar sin parar, pretendiendo que la solución de todo consista en escuchar más a la gente, como si fuera algo que se había descuidado hasta ahora, cuando resulta evidente que para escuchar a alguien, lo primero que hay que hacer es callarse. Si no, es imposible entender a los demás.

Nos quejamos mucho del ruido mediático, sin percibir que muchas veces se debe a ¡quién sabe qué escuela de comunicación pública!, que se empeña en que no se entienda, con buenas palabras, aquello que se está diciendo. No vaya a ser que alguien se lo tome en serio, tal vez. O que las promesas vayan a ser imposibles de cumplir y/o haya que cambiarlas por otras igualmente ‘convincentes’.

Los amigos y amigas del chau-chau tal vez piensen que así convencen a más gente, pero la realidad es que cada vez hay que hacerles menos caso, aburren sus soflamas ‘atravesadas’, ‘horizontales’ y/o ´transversales’, que parecen dedicadas exclusivamente a fomentar sus egos, aunque pretendan decir que no quieren eso.

 
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