¿Querer y ser querido constituyen el binomio de la felicidad?

Lograr la felicidad a través del bienestar.

Hace pocos días, todos nos hemos deseado “feliz año”.  Yo me pregunto, si somos conscientes de que la llave de la felicidad es el amor. Los matemáticos diríamos que la relación entre esos dos términos, felicidad y amor, es directa. Así que podemos afirmar que: quien más ama es más feliz. Por tanto, la asignatura perenne de nuestra vida debería ser aprender a amar.

Además, siempre me ha llamado la atención, el hecho de que los educadores y los médicos señalen, al unísono, que lo más importante para ser buenos profesionales es querer a los alumnos o a los pacientes “Saber querer” es el arma poderosa para educar y para curar, lo que indica que deberíamos aprender a querer de verdad. “Querer y ser querido” constituyen la necesidad más profunda del ser humano y, al mismo tiempo, determinan su grandeza. 

Querer de verdad presupone la donación de lo mejor de uno mismo. Para ello, necesitamos ejercitarnos en el olvido propio y poner nuestra mirada en lo que el otro necesita. La característica principal de esa donación es su gratuidad, no el propio interés. “Saber querer” es una tarea que todos debemos afrontar y poner en práctica, porque de ella depende nuestra felicidad, que sin duda se complementa con la seguridad de “saberse querido”. 

El querer de verdad exige también generosidad y sacrificio, estas cualidades nos ayudan a darle al otro, libre y generosamente, lo que necesita. Esta forma de proceder nos hace más felices, nos impulsa a amar y a vivir más plenamente. La felicidad es fruto de la entrega y del servicio alegre a los demás.

La tarea complementaría, sentirse querido, depende de la forma en que los que nos quieren nos trasmiten su cariño. Es necesario dejarse querer, lo que es fruto del agradecimiento hacía los que nos quieren. Las formas de percibir esas demostraciones de cariño son tan variadas y distintas como las personas. El “sentirse querido” nos da fuerza y confianza para llevar a cabo nuestros objetivos. Este sentimiento, “sentirse querido”, es necesario para lograr la felicidad plena. 

Para demostrar el cariño necesitamos: conocer a los demás, pensar en lo que les agrada, etc., lo que requiere tiempo y dedicación. a la vez que ingenio y creatividad. El tiempo no hay que medirlo en cantidad, sino en calidad, ya que el conocimiento mutuo es la base del amor. El ingenio y la creatividad se tiene que concretar en detalles, que al otro le gusten, como nos recuerda el dicho popular: “obras son amores y no buenas razones “. Uno de los mejores detalles es una sonrisa ya que facilita el trato amable y generoso. 

Amar de verdad a una persona va más allá del sentimiento, hace falta poner la cabeza y el corazón, es decir, inteligencia y voluntad. Los sentimientos cambian, la razón y la voluntad son más estables. La razón ayuda a discernir si lo que sentimos es bueno para nosotros y, en ese caso, la voluntad nos ayuda a optar por ese bien.  

Nuestro equilibrio emocional, nuestra felicidad, dependen de ese binomio: querer y ser querido, por ello hay que empeñarse en vivirlo y mejorarlo. Para vivirlo, cabe preguntarse si se tienen detalles de cariño con las personas a las que se quieren y, en el segundo caso, el “sentirse querido”, puede darse por hecho si somos personas alegres, optimistas y confiadas.

 
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