Los Catedráticos

La filosofía es una materia amenazada. Sobrevive al siglo XXI apartada de la vida diaria, y por supuesto de nuestras aulas, por conveniencia de la mayoría. No interesa el pensamiento. No interesa la reflexión. No interesa la pausa en un mundo de prisas. No interesan las dudas y las preguntas en los tiempos de las verdades oficiales inmutables. La filosofía apunta hacia la verdad, con la serenidad de quien sabe que nunca la alcanzará del todo. Es más, la filosofía enseña a pensar. Tal vez por eso el pensamiento filosófico provoca un miedo terrible en nuestros gobernantes, en los diversos poderes, e incluso en los intelectuales acomodados, que son mayoría. Pese a todo, la filosofía no es en realidad una carrera, ni una materia, ni una simple historia del pensamiento: es la guía inevitable y el medio ambiente adecuado de todo hombre libre. El bagaje de la libertad. La gran enciclopedia de los hechos históricos del pensamiento, heroicos y no tanto, que confirman una y otra vez nuestra distinguida condición humana, a pesar de lo que somos y de lo que vemos.

Dos viejos conocidos del mundo académico y mediático, Agapito Maestre y Gabriel Albiac, ofrecen cada viernes en Libertad Digital Televisión una tertulia diferente, llena de riqueza. Descubrirla provoca la sensación de encontrar un oasis en el más duro y desesperante de los desiertos, o una isla de increíble belleza natural en un mar de mediocridad. El programa consiste en un debate, moderado por Dieter Brandau, al que llaman “La Tertulia de los Catedráticos”, y lo es. Pero es sobre todo la tertulia de los filósofos. Al caer la semana, cada tarde viernes, dos hombres de una cultura abrumadora, y de evidente vocación académica, muestran su argumentación a una audiencia dispuesta a acercarse a la actualidad de nuestros días, desde el maravilloso prisma de la filosofía. Con pausa, con profundidad, con precisión, sin absolutos. Sin concesiones a lenguajes excesivamente cultos o a razonamientos demasiado complejos que pudieran entorpecer el mensaje. Ambos catedráticos viajan sin reparos a la Grecia clásica para explicar hechos de la actualidad, citan continuamente a los mejores pensadores de la historia universal, tratando de alumbrar algún debate presente, y echan mano del mejor profesor que llevan dentro para lograr que ninguno de los seguidores del programa pierda el hilo ni un instante. Es una tertulia que es también una clase. Y una clase que es también una charla de amigos. De hecho, lo son, y con franqueza lo reconocen. Como también confiesan que de todas las colaboraciones, compromisos mediáticos y tareas que ocupan su semana laboral, la cita de “La Tertulia de los Catedráticos” es a la que acuden con mayor ilusión.

La tertulia se divide en dos. En una primera parte Dieter Brandau –que hace un papel moderador sensacional- pone sobre la mesa los principales asuntos de la semana, y ambos catedráticos debaten y opinan sin perder de vista la actualidad y el lenguaje de hoy, pero siempre con la profundidad y la distancia del filósofo y con la honradez  y rotundidad del buen profesor. En la segunda parte del programa seleccionan alguno de los conceptos propuestos por la audiencia la semana anterior y debaten sobre su significado, su contenido o su importancia en la historia. Libertad, derechos humanos o cinismo son algunos de los conceptos sobre los que han debatido recientemente. En esta segunda parte Gabriel Albiac y Agapito Maestre no logran disimular su entusiasmo al entrar hasta el fondo en las raíces de la historia del pensamiento para analizar esos conceptos y traerlos a nuestros días. Un entusiasmo con el que cautivan al telespectador. Y al internauta, porque por fortuna para los que no podemos ver Libertad Digital Televisión en nuestros hogares, todos los programas se pueden encontrar en la Red. Es suficiente con buscar “Tertulia de Catedráticos” en YouTube.

Esperemos que la aventura de “Los Catedráticos” dure mucho tiempo. En los días de las tertulias-circo de la televisión, del relativismo total, de Gran Hermano, del sectarismo a diestro y siniestro, de lo políticamente correcto y moralmente indecente, de la frivolidad extrema y de las insustanciales series para adolescentes, “La Tertulia de los Catedráticos” es una muestra de que aún no está todo perdido. Un hilo de luz esperanzador entre tanta oscuridad.

 
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