Hijos de Babel

No es ninguna metáfora alusiva a la falta de entendimiento entre españoles, sino más bien al contrario. Se trata del programa que acaba de estrenar TVE, una especie de “Operación Triunfo” para inmigrantes en la que convivencia entre los concursantes será más limitada –se aleja, en este sentido, de los “realities” al uso-- aunque parecen garantizadas dosis similares de emoción a las que lograron las primeras ediciones de aquel concurso que consagró a Bisbal y a la sin par Rosa.

El concurso arranca el 21 de enero en TVE, precedido por 15 días previos de “castings” que comenzaron a emitirse el lunes 7 en La 2. No sé si el programa mantendrá el tono cuando abandone la fase de selección de participantes y se adentre en el verdadero concurso, pero si he de fiarme de lo visto, creo que es uno de esos productos que nos reconcilia con la televisión como medio capaz de remover sentimientos y emociones a través de la narración de historias humanas, aunque lo haga a través del más puro espectáculo. Detrás de cada uno de los más de 4.000 aspirantes a famosos en país ajeno que se han presentados a los “castings”, hay material humano para escribir otros tantos libros. Algunos de los preseleccionados que hemos podido ver en las dos primeras jornadas tienen esa solidez que da el ser uno mismo a fuerza de no haber podido ser otra cosa. Transmiten, por tanto, mucho más que la música que interpretan porque son ellos mismos los que se asoman a la pantalla del televisor: las vidas que intuimos; el esfuerzo que imaginamos tras sus caras, sus voces y sus espaldas; las familias que se adivinan en la distancia, inspiradoras y destinatarias del fruto de la emigración. Y todo ello sobre la base del talento musical, el descubrimiento de voces originales y temas también sorprendentes, elementos sin los cuales el programa se hundiría a los cinco minutos.

En su presentación, hace un par de semanas, los directivos de TVE y de las productoras responsables aludían a la voluntad integradora del programa, puesta de manifiesto en el esfuerzo por alternar las actuaciones de los concursantes con imágenes de sus vidas en nuestro país, una especie de combinación de espectáculo y reporterismo amable que busca acercarnos a la realidad cotidiana de la minoría inmigrante, cada vez más presente en nuestra sociedad. Además del contrato que espera al ganador del programa, parte de los ingresos logrados se destinarán a proyectos de ayuda en los países de origen de los concursantes.

Las audiencias logradas en los dos primeros días de emisión de los resúmenes del casting han sido reducidas. No llegan a medio millón los telespectadores que conectaron con el espacio, de media hora de duración. Pero cabe esperar que vayan creciendo en días sucesivos a pesar de su ubicación horaria y de una promoción que quizás sonaba menos prometedora de lo que la realidad nos ha mostrado después.

El programa responde al mandato contenido en los Principios Básicos de la programación de RTVE aprobado en junio del 2007 de asegurar la presencia en la programación de determinadas minorías con riesgo de exclusión social, atendiendo de manera especial a la integración de los inmigrantes. Creo que, en este caso, TVE lo ha logrado. Ojalá las audiencias acompañen al esfuerzo.

 
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