Juzgada por “violar” con un beso un cuadro del artista americano Cy Twombly en la Galería Lambert de Avignon

Rindy Sam acudió esta semana a los tribunales porque el pasado mes de julio, mientras visitaba una exposición del pintor americano Cy Twombly en la galería Lambert de Avignon, no pudo resistirse ante la visión del cuadro, completamente pintado de blanco, y dejó la huella de sus labios, pintados de rojo, sobre la tela.

Ella insiste en que fue un acto artístico, que la tela blanca le inspiró aquel acto. Pero el autor de la misma estaba “horripilado”. Pidió que retiraran el cuadro, y reclama ahora un euro simbólico por daños e intereses. Si la reclamación terminara ahí, hasta sería un buen golpe de publicidad para Rindy Sam, que afirma que es artista, y, aunque no sea por la calidad de su obra, no hay duda de que se ha dado a conocer. Lo malo es que tanto la Collection Lambert, que exponía el cuadro, así como el propietario del mismo, Yvon Lambert, no han sido tan clementes. La primera pide 33.440 euros para compensar los gastos del peritaje y de restauración; el segundo, 2 millones de euros, que es el valor que se da al cuadro, por perjuicio moral.

Mientras tanto, este acto vandálico ha dado lugar a una agria polémica entre los que consideran una manifestación artística el acto de Rindy Sam, tan legítima como la tela blanca de Cy Twombly; los que piensan que más que arte, el cuadro blanco Cy Twombly es una broma, y los que, como Eric Mézil, director de la Collection Lambert, recuerdan que Cy Twombly es “sin duda uno de los más grandes artistas de nuestro tiempo, sus otras están presentes en los museos del mundo entero, y ha recibido recientemente un encargo del museo del Louvre para decorar el techo”.

El 16 de noviembre, los jueces dictarán sentencia y sabremos si consideran a Sam como una artista más o una simple vándala.

 
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