Unidad de los cubanos y solidaridad internacional

Espeluznantes son las escenas mostradas por la televisión cubana sobre los desastrosos efectos del huracán Gustav en la Isla de la Juventud y la provincia de Pinar del Río. Según datos preliminares publicados, en la última resultaron dañadas tantas viviendas como las provocadas por los 14 eventos meteorológicos que azotaron sus territorios en los últimos 8 años. Hasta la fecha, la contabilización arroja unas 90 000 viviendas afectadas, muchas de ellas derribadas totalmente, sin contar todavía las del municipio de Bahía Honda.

Posiblemente cuando se conozcan las cifras definitivas, el fondo habitacional dañado por los fuertes vientos de Gustav podría rebasar más del 50,0% del existente en toda la provincia de Pinar del Río. Respecto a la Isla de la Juventud, aunque no se ha divulgado el total de viviendas afectadas, por las vistas de la televisión puede afirmarse que la devastación sería mayor que en aquella provincia. 

A esto se suma la destrucción de los sistemas eléctrico y telefónico, con cientos de torres de alta tensión derribadas, miles de postes eléctricos y telefónicos partidos o desplomados, y miles de kilómetros de cables arrancados. Adicionalmente, los efectos sobre edificios públicos han sido inmensos, con hospitales, muchas escuelas y almacenes dañados, y la pérdida de gran cantidad de mercancías.

El huracán también causó daños en la provincia de La Habana, donde arrasó con importantes cultivos agrícolas, en especial las plantaciones de plátano, cítricos, arroz, viandas y vegetales, así como desbarató más de 3000 casas de curar tabaco, cuando el cultivo de la solanácea debería deberá comenzar dentro de unas semanas.

Hay que resaltar que la zona oriental de Pinar del Río y la provincia de La Habana, son de las regiones más fértiles en la agricultura cubana, por lo que los daños tendrán grandes perjuicios para la economía del país, en momentos cuando los rendimientos en otras zonas resultan muy bajos y se acrecienta la dependencia de las compras de alimentos en el exterior para satisfacer las necesidades nacionales, coincidiendo con el incremento de sus precios internacionalmente.

Este huracán, que todos señalan como el más poderoso en décadas, llegó en instantes dramáticos para toda Cuba, porque en los casi 20 años de crisis profunda en la sociedad se han acumulado problemas de todo tipo hasta crear grandes carencias y estrechez para el pueblo, ahora incrementadas con este fenómeno natural. Situación difícil de enfrentar por la falta de recursos nacionales y debido a la existencia de un gobierno inmovilizado por sus múltiples contradicciones internas.

Hoy más que nunca se requiere la unidad de todos los cubanos, y dejar a un lado los prejuicios doctrinales y los agravios del pasado, en aras de reconstruir una nación que se desmorona. A la vez hay que movilizar todas las fuerzas y el potencial del país, y dejar atrás concepciones absurdas, para solicitar la solidaridad internacional. En primer lugar, debe recibirse la ayuda que tiene el derecho de enviar la comunidad cubana en el exterior.

Asimismo, es necesario dirigirse a las instancias de las Naciones Unidas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales para recibir la asistencia que merece el pueblo cubano en estos duros momentos. No hay cabida para odios ni diferencias políticas, si países vecinos desean brindar su cooperación enviando ayuda, debe aceptarse.

En primer lugar debe pensarse con responsabilidad en los miles de compatriotas que padecen el sufrimiento de perder sus pertenencias y moradas, además de sufrir la miseria derivada de los efectos de este terrible huracán. Por encima de diferencias y rencillas, la tragedia nacional impone recordar que ¨todos somos cubanos¨. 

 
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