La dudosa belleza de Koons en el barroco Versalles

De la misma forma que el Puppy de Jeff Koons vigila a la entrada del Guggenheim de Bilbao, Split Rocker debía ser el centinela del museo de arte contemporáneo de François Pinault sobre la isla Seguin. Pero el millonario empresario, harto de tensiones y retrasos, decidió marcharse con su proyecto a Venecia, que le dio todas las facilidades para instalarse en el Palazzo Grassi.

Pero como el mundo es un pañuelo, sobre todo para algunos, el día que François Pinault supo que su antiguo empleado, Jean-Jacques Aillagon (ex director del Palazzo Grassi, ex ministro de Cultura, ex director del museo Pompidou), asumía la presidencia de Versalles, le dijo que con todos los jardineros que tenía podía exponer su Split Rocker (según asegura Le Monde).

Dicho y hecho, la escultura de doce metros de alto, mitad pony, mitad dinosario y cubierta de decenas de miles de flores, está en el castillo de Luis XIV.

Split Rocker no está solo, le acompañan otras 16 esculturas también creadas por Jeff Koons, como Rabbit (un conejo de acero), Lobster (un gigantesco bogavante de aluminio) o New Hoover Convertibles (una colección de aspiradoras en vitrina).

La exposición, que estará presente hasta el 14 de diciembre, « se interesa particularmente a las relaciones íntimas entre la obra y el marco en el que se inscribe” (como dicen de la forma más cursi y absurda posible en la página web del castillo de Versalles), y sobre todo tiene la virtud de servir de contrapunto para observar con nuevos ojos los salones nobles del castillo y sus jardines.

Pero el exceso de admiración que despierta la divertida obra de Koons (y cara, carísima), hace pensar en lo que escribía Marcel Duchamp refiriéndose a su famoso urinario bautizado “Fuente”: “Les he tirado a la cabeza el urinario como una provocación, y he aquí que admiran la belleza”.

 
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