Dos huesos

Cuenta ECD que Rajoy prefiere a Merkel antes que a Mohamed VI. Deduzco que sólo le dieron a elegir entre los dos, y que Maria Sharápova no entraba en la lista. Cuando uno llega a La Moncloa tiene que tomar decisiones así, a vida o muerte. Que si quieres las comidas con vino blanco o tinto. Que si la almohada, dura o blandita. Que si el Marca o el As a la hora del desayuno. Un estrés. Y por el medio, entra un secretario de Estado cualquiera, descamisado, entre sudores, y armado con miles de informes, y te da a elegir entre la cancillera y el moro, como primer destino en el extranjero. Así, sin tiempo de reacción. Y, claro, te viene a la mente Granada y la Reconquista, y eliges a la cancillera, por lo que pueda pasar.

La decisión de Rajoy de reunirse antes con la cancillera alemana que con el monarca alauí es arriesgada. Puede que Merkel sea estratégicamente más importante que Mohamed VI en el contexto económico de España, pero siempre es peligroso darle la espalda al vecino latoso. Con este enemigo sale más barato darle la mano y sonreírle con toda la piñata, como hace él, que ponerlo en el lugar que realmente le corresponde. Porque igual se ofende y te lanza a las tropas a conquistar Perejil otra vez, obligándote a volver a tirotear a las cabras. Sólo de pensarlo se me eriza el viento de levante al alba.

Por otra parte, aunque arriesgada, es una decisión razonable. Merkel es alemana. Es cancillera. Es una pieza clave en Europa. Y tiene mucho peor carácter que el rey de Marruecos que, de todos modos, siempre está sonriendo, incluso cuando te declara la guerra, o cuando te advierte que está instruyendo a tres torturadores que vendrán a destriparte esta misma noche. En cierto modo, Merkel es más poderosa que Mohamed, que basa su poder en el miedo más irracional. Pero en realidad, ambos imponen. Merkel, por su excesivo sentido común, y Mohamed VI, por su absoluta falta de sentido común.

Ninguna de las dos citas resultará cómoda para Rajoy. El peligro de Merkel es que te atice un bofetón y te aparte las manos del timón de la economía española, y el peligro de Mohamed es que intente hacerse con el barco entero. A nuestro favor juega el propio carácter del gallego, que los desconcertará, con esos largos silencios, y esas amables conversaciones sobre el ciclismo de los 80, mientras el país que preside se incendia de EREs a sus espaldas. A Merkel le consumirá la ansiedad a cada minuto de charla con Rajoy, mientras que Mohamed, probablemente, se dará a la bebida para sobrellevarlo, aprovechando que en España todos los moros son pardos.

Al final, lo que nos interesa de Merkel es que nos deje un poco en paz. Que comprenda que ahora, por fin, después de siete años de sequía, tenemos un presidente del Gobierno, aunque por momentos se le acentúen las cejas recaudatorias y se parezca sospechosamente al anterior inquilino de La Moncloa. Y lo que realmente nos interesa de Mohamed VI, puestos a pedir, es que nos ayude, de una vez, a aclarar qué ocurrió el 11-M en Madrid, y que se comprometa a cooperar con nosotros para evitar atentados en el futuro.

Por desgracia, es más probable que Alemania prohíba el consumo de cerveza que conseguir que la cancillera Merkel nos deje algún margen para arreglar nuestras cuentas sin su atenta supervisión. Y, más aún, es más fácil que Marruecos se convierta en bloque al cristianismo, que lograr que Mohamed VI nos cante todo lo que saben sus prestigiosos servicios secretos sobre los atentados de Madrid.

No es que crea poco en las capacidades de gestión del nuevo Gobierno que, al fin y al cabo, tiene tan bajo el listón que todo lo que haga parecerá magnífico, incluso aunque no haga nada. Sino que me temo que, al término de su primera ronda de contactos internacionales, Rajoy deseará de todo corazón haber elegido a la Sharápova como primer destino en el extranjero, y librarse de estos dos huesos.

Itxu Díaz es periodista y escritor. Sígalo en Twitter en @itxudiaz

 
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