“No nos gusta que el Congreso se convierta en un plató de televisión”. Los diputados critican el espectáculo en que ha derivado el debate sobre el estado de la nación

El debate sobre el estado de la nación se celebró por primera vez en 1985, a instancias de Felipe González, que lo importó de Estados Unidos. Pese al interés mediático que despierta, diversos diputados, sobre todo nacionalistas, critican la deriva en que ha caído y plantean modificar el formato.

Para empezar, parlamentarios como Pere Macià, de Convergencia, igual que otros de grupos nacionalistas, insisten en llamarlo “debate sobre política general”, en detrimento del nombre habitual y para no utilizar el término “Nación” referido a España. Macià, por ejemplo, ha llegado a plantear denominarlo “debate sobre el estado del Estado”.

Otro diputado nacionalista, Jordi Xuclà, mano derecha de Durán i Lleida en el Congreso, parlamentario reputado y especialista en temas de Defensa y Exteriores, considera que el debate “ha dejado de tener sentido”, porque se ha convertido en “un diálogo de sordos y una jaula de grillos que desprestigia el trabajo que durante todo el año se realiza en el Parlamento”.

Xuclà recuerda los años en que “se procedía a un verdadero repaso de la acción del Gobierno”. Opina que hoy, en esta sociedad de la imagen, todo casi se reduce a “declaraciones en veinte segundos y a encuestas para saber quién ha ganado el debate”. Más aún: citando a Obama, el diputado gerundense lamenta que la crónica política haya copiado en su lenguaje a la crónica de deportes.

¿Cuál es la solución? Según este diputado, un ejemplo de buen parlamentarismo son las comparecencias de cada ministro ante la Comisión Mixta Congreso-Senado sobre la Unión Europea, para dar cuenta de la gestión realizada en su departamento al término de la presidencia rotatoria de la UE.

Más en concreto, Xuclà lanza una proposición en dos direcciones: en primer lugar, comparecencias periódicas de cada ministro para hablar sobre la “política general” de su departamento. En segundo lugar, que el presidente del Gobierno se someta, también periódicamente, a interpelaciones –de tres cuartos de hora en total con los diversos turnos de palabra- para responder sectorialmente a cuestiones concretos. Por ejemplo, medidas de recuperación económica, paro, sentencia sobre el Estatuto, es decir, ir “tema a tema y caso por caso”.

El asunto es, concluye, que el Congreso no se convierta en “un plató televisivo”, como ahora ocurre en el debate sobre el estado de la nación.

 

Video del día

Detenida en Madrid una kamikaze borracha y
con un kilo de cocaína en el maletero
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato