Manuel Polanco, el nuevo hombre fuerte de Prisa, dio un mal espectáculo en el Ágora de la Comunicación
El jueves pasado, Ágora de la Comunicación, que se dedica a estrategia, marketing, desarrollo de negocio y liderazgo de personas, montó en Madrid una jornada para –según los organizadores- “escuchar, debatir, opinar sobre cómo la comunicación sirve para añadir valor, diferenciarse y vender más”.
Contaban con ponentes que, según la convocatoria “saben mucho de comunicación y saben contarlo muy bien”. Entre ellos, estaban Marcos de Quinto, Ángel Expósito, Pilar Lladó, José Manuel Velasco Juan Cruz Más, Ángel Riesgo, Jordi Segarra, John A. Lynn, Nuria Vilanova… y Manuel Polanco, director general de Prisa y que, según todos los datos, se ha convertido en el nuevo hombre fuerte del grupo en lugar de su hermano Ignacio.
La primera sorpresa que recibieron los asistentes fue la aparatosa llegada del hijo y sucesor de Jesús de Polanco. Entró acompañado de dos dircom a falta de uno: Bárbara Manrique (de Prisa) y Javier García Burgos (de Sogecable), y de seis personas más.
Mayor sorpresa aún causó entre los presentes su intervención, por contenido y por formas. Le dicen a El Chivato algunos de los presentes que “mereció entrar en los anales de la anticomunicación”.
Sobre el contenido, se dedicó a hablar de los orígenes de la prensa, de la prensa en el siglo XVII, los cafés de Estambul… para al final centrarse en las excelencias de su propio imperio periodístico, hoy sin embargo en graves dificultades.
Peor resultó la forma, porque, según escucha El Chivato, “Leyó. Y leyó mal”. Con dudas, trabucándose (alguna vez dijo “Priso” en lugar de “Prisa”). Y, encima, cuando desgranó alguna cita literaria, decía: “Abro comillas”. Y al terminar: “Cierro comillas”.
Le llega a El Chivato la información de que Manuel Polanco es persona más bien tímida, discreta, que ha tenido hasta ahora poco protagonismo exterior. Ese puede ser el origen de su falta de soltura.
Lo que extraño entre los presentes es que afrontara una comparecencia así, en un foro de comunicación, con un parlamento tan elemental y, por lo visto, sin haberse preparado o entrenado para hacerlo medianamente bien. Concluyeron que, al menos por lo que allí se vio, y en contra del anuncio de la jornada, ni “sabe mucho de comunicación”, ni tampoco “sabe contarlo bien”.
