Evocación de Benedicto XVI a un año de su muerte

El 31 de diciembre, se cumplió un año de la partida al Cielo del Papa Benedicto XVI,  y fue noticia la estancia, en Roma, de su Secretario personal, Monseñor Gänswein, quien ofreció una misa por su alma en la catedral de San Pedro, él que fue su cuidador atento en sus últimos años, deteriorada ya la salud de un Papa de mucha edad pero que conservó siempre una mente brillante. Después de San Pedro, no creo que haya habido otro papa en la historia de la Iglesia, de mayor categoría intelectual y gran Maestro,  unido a su extraordinaria virtud como buen Pastor, siempre fiel al Magisterio de la Iglesia. El ejemplo de Benedicto XVI y su extraordinaria labor magisterial, perdurarán en la historia. No sin razón, Monseñor Juan Antonio Martínez Camino,  catedrático de Teología Dogmática y primer obispo jesuita en España, lo describe como “gran papa, lúcido profeta y pastor valeroso”. Últimamente, en un escrito sobre Benedicto XVI, ha afirmado: “Si llamamos Padres de la Iglesia a aquellos grandes testigos de Jesucristo de los primeros tiempos, Benedicto XVI bien podría ser un padre de la Iglesia de los tiempos modernos», y ha añadido, en relación a las últimas controversias eclesiales: “la Iglesia bendice siempre a las personas;  en cambio, no puede dar a entender ni con gestos ni con discursos llamados 'pastorales' que aprueba situaciones objetivas contradictorias con la naturaleza humana (...), ni las parejas que recortan o simulan el matrimonio” ( ABC. El profeta de la esperanza. 4-1-2024). Me merecen gran consideración estas palabras suyas:  «el gran reto de la Iglesia de hoy es evangelizar la modernidad sin caer en la tentación de ´moderizar´ el cristianismo». 

Josefa Romo Garlito

 

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